El 29 de Abril del 2008, en la Universidad de Pennsilvania, se presentó la idea de instalar espejos en la Luna, que incrementarían “anómalamente” su brillo natural (luz del Sol reflejada) en un 20%. La clave del asunto consistía en añadir movimiento a los espejos mismos, con el resultado de “pulsos” discretos que evidenciarían ser manejados por una inteligencia. El proyecto incluía el empleo de células fotovoltaicas, consiguiendo al mismo tiempo la energía necesaria para su mantenimiento.
Pero no era, históricamente, la primera vez que alguien lanzaba una idea en esa dirección.
A mediados del siglo XIX, Carl Friedrich Gauss propuso construir una gran figura geométrica en el centro de Siberia, que pudiera ser vista desde el espacio: un triángulo rectángulo de pino verde oscuro, alternando con campos de cereal verde o dorado.
En 1840, el astrónomo Joseph Von Littrow propuso cavar una trinchera de 32 kilómetros de largo en el desierto del Sáhara, llenarla de queroseno e incendiarla por la noche.
Nicola Tesla (1856-1943) creía que la mejor forma de establecer contacto serían las señales de radio. Y creía que los marcianos ya lo estaban haciendo hacia nosotros.
Lord Kelvin (1824-1907) estaba tan de acuerdo que pensaba que los marcianos estaban enviando señales de radio concretamente hacia Nueva York.
A finales del XIX, se barajó la idea de construir un gran espejo para reflejar la luz (del Sol) y dirigirla de modo que barriera la superficie de Marte.
Una civilización alienígena que, situada a unos cien años-luz de distancia, mirase hacia nosotros ahora mismo, no habría oído nada todavía. Una civilización situada a 80 años-luz, podría estar recibiendo ahora, por ejemplo, las emisiones de radio que hablaban de los prolegómenos de la Guerra Civil española. A unos 50 años-luz, estarían enterándose en estos momentos de cosas como la crisis de los misiles de Cuba. Cualquier respuesta tardaría lo mismo en llegar hasta nosotros.
Sigue, no obstante, en pie la cuestión por la que algunos eminentes científicos prefieren empezar, y que puede resumirse así: ¿es prudente darnos a conocer antes de saber nada de nada? (DM)