
La fotografía aún no existía. El europeo medio apenas conocía la situación de Egipto y menos aún la existencia de los restos de una civilización con más 4000 años de historia. En 1798 la expedición napoleónica a Egipto, junto a las tropas, desplaza 167 académicos y científicos reclutados por el propio Bonaparte, que posteriormente, entre 1809 y 1829, tras una excelente campaña, publican la “Description de l’Egipte”, una vasta enciclopedia compuesta en su primera edición por 23 volúmenes que incluye un detallado estudio de las antigüedades faraónicas.
Se trataba de expertos en distintas materias del saber: matemáticos, físicos, químicos, biólogos, ingenieros, arqueólogos, geógrafos, historiadores… astrónomos, naturalistas, anticuarios, literatos, orientalistas, músicos, farmacéuticos, médicos, relojeros y dibujantes. Destaquemos entre ellos al matemático Gaspard Monge (uno de los miembros fundadores de la École Polytechnique), el también matemático Jean-Baptiste Joseph Fourier, el físico Étienne-Louis Malus, el químico Claude Louis Berthollet, el geólogo Déodat de Dolomieu o el barón Dominique Vivant Denon, años más tarde director del Museo del Louvre. Otros menos famosos fueron Costaz, Chabrol, Devilliers, Jollois, Jomard, Lancret, Rozière, Saint-Genis y Savigny.

Bajo la dirección de Vivant Denon, realizaron labores de ingeniería y urbanismo e introdujeron importantes mejoras de infraestructura. Estudiaron la posibilidad de construir un canal entre el Mediterráneo y el mar Rojo, realizaron la primera exploración sistemática del valle del río y sacaron a la luz los restos arqueológicos del antiguo País del Nilo.
Egipto era entonces una provincia del imperio otomano, replegada sobre sí misma y sumisa a las disensiones de los mamelucos. En Francia, Egipto era actualidad: Napoleón Bonaparte soñaba con seguir los pasos de Alejandro Magno, los intelectuales pensaban que Egipto era la cuna de la civilización occidental y que Francia debía llevar «las Luces» al pueblo egipcio. Por último, los comerciantes franceses instalados a lo largo del Nilo se resarcirían de las molestias causadas por los mamelucos.
Nació así la expedición científica que se conocería como la Comisión Francesa para las Ciencias y las Artes de Oriente, que Napoleón condujo hasta Egipto. Las crónicas hablan de que, además de ellos, embarcaron unos 50.000 soldados y marinos en más de 300 navíos. Este comité de intelectuales decidió llevar con ellos a los más brillantes de sus alumnos, aunque, por orden del mismo Napoleón, no podían informar sobre el destino final; sólo sabían que iban a Oriente. Los científicos más reconocidos tuvieron fe firme en su general y los más jóvenes, en sus maestros. Embarcaron en mayo, y solo a fines de junio conocieron su destino final: el Egipto de los faraones. La Comisión de sabios terminó descubriendo al mundo una de las maravillas del Patrimonio de la Humanidad.
Aunque para el general francés la toma de Egipto fue un fracaso, su expedición de savants fue el origen de una de las corrientes intelectuales más duraderas en el tiempo: el interés por el mundo del antiguo Egipto, que terminó convirtiéndose en un área de conocimiento científica: la Egiptología.
Aparte de ello, sus integrantes acabaron dirigiendo importantes museos e instituciones. A las siguientes generaciones nos dejaron la citada Descripción de Egipto, una inmensa y rica obra con miles de dibujos sobre el imperio de los faraones, desde hipogeos, pilonos, columnatas, murallas, paisajes, ríos, costas, mares, animales y barcos, hasta las famosas pirámides.
Edward Saïd considera que la campaña de Egipto inaugura una nueva era del orientalismo, ya que pone al servicio del colonialismo europeo los saberes de los estudiosos del tema; incluso afirma que si Napoleón creyó posible la conquista de este territorio fue debido a que él mismo era lector de textos orientalistas y consideraba tener los conocimientos necesarios para su pretendido éxito.
Cuarenta años después, la invención y desarrollo inicial de la fotografía llevó a docenas de aficionados a explorar el singular encanto del país árabe y sus yacimientos arqueológicos. Desde las fotos tomadas por Maxime Du Camp, compañero de viaje de Flaubert, hasta las de Jan Herman Insinger en ‘la tierra de las cataratas del Nilo’.

Desde las animadas calles y las monumentales mezquitas de El Cairo, hasta los impresionantes monumen-tos de la lejana Nubia, los escenarios de Egipto actuaron como imanes para quienes estaban iniciándose en la fotografía. Pese a las dificultades de trasladar equipos primitivos, pesados y no siempre fiables, las fotos del país árabe fueron una sensación en todo el mundo.
A lo largo de las cinco décadas finales del siglo, Egipto siguió ocupando un lugar único en la historia de la fotografía, con una pléyade de protorreporteros produciendo copias de los yacimientos arqueológicos, que los europeos sólo habían visto mediante dibujos o pinturas, pero nunca con la precisión que el nuevo medio aportaba.
La egiptomanía que, se había adueñado de Europa tras la invasión militar de Napoleón en 1798, multiplicó su intensidad de la mano de los incipientes corresponsales, algunos muy bien dotados para la composición y el estilo, que merodeando por la zona durante años, acumulando panoramas de yacimientos arqueológicos y ciudades a la vez, realizaron un estudio excelente de habitantes, costumbres y escenas callejeras de la población,
El desarrollo de la egiptología como disciplina académica, el nacimiento del turismo y la evolución tecnológica de la fotografía se entrelazaron a medida que el siglo XIX llegaba a su fin. Los fotógrafos trabajaron de manera simultánea para los mercados de la egiptología y el turismo. Vistas del rio junto a momias reales que los arqueólogos les encargaban para tener constancia en papel de los hallazgos. Egipto se convirtió en un imán exótico para los pioneros de la fotografía del siglo XIX.

A tenor de la información que nos llega, consideramos a Frédéric Auguste Antoine Goupil-Fesquet, pintor y fotógrafo, como el primer reportero que acompañando al artista francés Horace Vernet y a su sobrino Charles Marie Bouton, visita Egipto, Siria, Palestina, Líbano y Turquía. cargado con su inseparable equipo daguerrotípico adquirido a Lerebours. Solo dos meses después del anuncio del daguerrotipo en París fueron tomadas las primeras fotografías en Egipto. El grupo regresó a Francia en febrero de 1840.El texto de Goupil-Fesquet está lleno de escenas encantadoras con cautivadoras descripciones de la vida cotidiana en las tierras que visitó, junto con narraciones de sus experiencias personales. La edición está ilustrada con litografías en color, en consonancia con la corriente de orientalismo que tanto fascinó a los artistas europeos, particularmente en el siglo XIX. El autor logra impresionar a sus lectores equilibrando su discurso con las imágenes orientalistas que embellecen el libro.

En 1839, Gaspar Pierre Gustav Joly de Lebiniere estaba en París en el momento en que Louis Daguerre reveló su primer proceso fotográfico al mundo científico. Pendiente de iniciar un viaje a Oriente Medio, Pierre-Gustave adquirió una de las primeras cámaras de daguerrotipo de Noël Paymal Lerebours para realizar registros fotográficos de los monumentos antiguos que estaba a punto de ver en su viaje. Viajó vía Malta a Grecia y posteriormente siguió hasta Alejandría. Allí conoció al pintor Horace Vernet y su sobrino,

Frédéric Goupil-Fesquet, que también llevaban equipo de daguerrotipo. Los tres hombres emprendieron algunas excursiones en Egipto juntos antes de separarse. Joli luego viajó a Tierra Santa , Siria y Turquía. De vuelta en París, cinco de sus 92 placas fueron publicadas por Lerebours en su libro Excursions daguerriennes (1840-1841), otras por el arquitecto Hector Horeau para su libro Panorama from Egypt and Nubia (1841). Debido a restricciones tecnológicas, los daguerrotipos en sí mismos no se podían reproducir y, en cambio, se copiaban como grabados que luego se podían imprimir. Ninguna de las placas originales de Joly ha sido identificada y es posible que se hayan perdido. Lo que contenían se sabe a través de su diario que ha sido publicado en 2011.


Joseph-Philibert Girault de Prangey gozando de una gran fortuna personal, dedica su vida a sus pasiones: los viajes, el arte y la publicación. Se formó en fotografía, primero en daguerrotipo , luego en fotografía en placa de vidrio ( colodión y estereoscopía ). Como muchos de sus contemporáneos, siguió una ruta popularizada por François-René de Chateaubriant en Itinerario de París a Jerusalén (1811). Durante este viaje, utiliza su nueva herramienta de trabajo: el daguerrotipo. En 1842 hace escala en Egipto y visita El Cairo. En 1843 volvió a esta ciudad y luego partió para explorar el Alto Egipto y sus templos faraónicos (Memphis, Saqqara, Abydos, Dendérah, Thebes, Luxor, Abu Simbel…). Termina su viaje por el este yendo al Medio Oriente donde cruza la antigua Palestina , Líbano y Siria .
Este recorrido es muy prolífico. Girault de Prangey trae consigo más de mil placas fotográficas compuestas por vistas amplias pero también por vistas detalladas.


Maxime Du Champ dejó 220 negativos sobre papel encerado (calotipos), tomados en el viaje ya citado realizado entre 1849 y 1951 con el escritor Gustav Flaubert, a Grecia, Medio Oriente y Asia Menor. Este viaje fue una comisión del Ministerio Francés de Educación de documentar exhaustivamente varios monumentos y sitios antiguos egipcios. Su trabajo fue publicado en varios volúmenes por Blanquart-Evrard. Sus libros Egypte, Nubie, Palestine et Syrie. Dessins photographiques recuellis pendant les annees 1849, 1850 et 1851 y Le Nil, Egypte et Nubie, están considerados entre los primeros y más lujosos libros de fotografía del siglo XIX
Du Champ es el primer fotógrafo que además de interesarse por el aspecto monumental introduce el paisaje en su reportaje.


De 1856 a 1859, Francis Frith hizo expediciones fotográficas a Egipto y Palestina. Su obra aparece en libros publicados por las empresas de Londres James S. Virtud y William Mackenzie entre 1858 y 1865, y publicado por Stereographs Negretti & Zambra en 1862.
En 1860, Frith fundó su propia compañía en Surrey, que produjo y distribuyó fotografías e imágenes estereoscópicas para la ilustración de libros y discos para linterna. Fue uno de los primeros productores en masa de fotografías en Inglaterra; F. Frith & Co. cerró en 1960. Es considerado como el más notable de los pioneros.

Recorrió centenares de kilómetros cargado con su equipo de colodión húmedo, revelaba en el inerior de tumbas y sufrió incontables percances. A pesar de transitar disfrazado de nativo, frecuentemente tuvo que defenderse ante bandidos y en una ocasión fue atacado por una manada de perros salvajes. En su obra alterna el reportaje rqueológico con el urbano o con el paisaje.



En la década de 1850, los viajes turísticos a Oriente Medio crearon una fuerte demanda de fotografías como recuerdo. Antonio Beato y su hermano Felice formaron parte de un grupo de los primeros fotógrafos que se dirigieron a Oriente para capitalizar esta demanda. Abrió un estudio en Luxor tras permanecer anteriormente en El Cairo.



Felix Bonfils fue un fotógrafo y escritor francés, que activo en el Oriente Medio. Con su familia se mudan a Beirut en 1867 donde abren el estudio fotográfico «Maison Bonfils», que pasa a «F. Bonfils & Cie» en 1878.
Su obra fue muy conocida por los turistas que viajaban a esas regiones debido a que adquirían sus fotos como recuerdos.




Trabajando en Egipto de 1870 a 1880, el fotógrafo Émile Béchard (1844-?) es conocido sobre todo por sus escenas de género y vistas egipcias ingeniosamente compuestas, así como por sus versiones cuidadosamente construidas del patrimonio cultural de Egipto.



Los hermanos Zangaki eran dos fotógrafos griegos, activos entre 1870 y 1915, en Egipto y Argelia. Ellos fotografiaron principalmente los monumentos históricos y la vida cotidiana, y se encuentran entre los primeros fotógrafos en producir y comercializar un gran número de impresiones de Egipto.




Varios son los fotógrafos que dejaron su esfuerzo y su trabajo en Egipto y que lo limitado de un artículo no permite incluir, podemos citar a Robertson, Sebah, Fiorillo, Arnaux, Lekehian, Abdullah Freres, Bulkley Greene, Lehner & Landrock, M. Owens Williams, Theodor Kofler, Theodule Deveria, Hammerdsmith …y un largo etcétera.

Pero no queremos dejar de incluir a quien, por encargo del Servicio de Antigüedades, fotografió por primera vez a los antiguos faraones: Jan Herman Insinger.
(*) GERARDO ACEREDA VALDÉS, nacido en Barcelona en 1942, se inicia como escritor en el campo de la fotografía y particularmente en la historia de la fotografía en España. Es autor de diversas monografías, entre las que destacan: «1890-1990. Un siglo de cámaras españolas», «Anaca: el triunfo del ingenio», «Diccionario Multilingüe de términos fotográficos para coleccionistas», «La Linterna Mágica», y coautor de «Fotografía en la Región de Murcia». Miembro de la Sociedad Europea de Historiadores de la Fotografía y de Photographic Historical Society of New England Inc, ha colaborado en: «Magazin Foto Sistema», de la que fue Redactor Jefe y Director, y también en «Foto Video Actualidad», «Boletín de la AFC», «Photographica World» y «Ciclope».
