“Es particularmente importante que las limitaciones de nuestra comprensión estén claras para quienes trabajan en la enseñanza, en las universidades, pero sobre todo en las escuelas. Hay presiones muy fuertes para imponer una nueva tecnología educativa y elaborar programas y métodos de enseñanza bajo la luz de los últimos avances científicos, lo cual no es censurable de por sí. Pero, de todos modos, es importante estar alerta a un peligro muy real: los nuevos conocimientos y las nuevas técnicas definirán la naturaleza de lo que se enseña y del cómo se enseña, más que contribuir a la realización de objetivos educativos, los cuales hay que establecer sobre otras bases y en otros términos.
Voy a concretar: la técnica e incluso la tecnología están ahí para la rápida y eficiente inculcación de conductas especializadas, sea en la enseñanza de lenguas, o en la enseñanza de la aritmética, o en otros terrenos. Por consiguiente, hay una verdadera tentación de reconstruir programas educativos en términos definidos por la nueva tecnología. Además, no es difícil inventar una demostración racional usando conceptos como los de “conducta controlada”, habilidad realzada, etc. Tampoco es muy difícil construir tests objetivos que con toda seguridad demuestren la efectividad de tales métodos para alcanzar ciertos objetivos que ya están incorporados en los tests.
Pero los éxitos en estos terrenos no demuestran que se haya alcanzado un objetivo educativo; no demuestran que sea importante concentrarse en desarrollar conductas especializadas en el estudiante. Lo poco que conocemos sobre la inteligencia humana por lo menos sugeriría algo muy diferente: que, disminuyendo el registro y la complejidad de los materiales presentados al entendimiento a base de establecer la conducta en patrones fijos, estos métodos pueden dañar y tergiversar el desarrollo normal de las capacidades creadoras”.
(Noam Chomsky. “El lenguaje y el entendimiento”, 1968).
