El primer ancestro de la moderna novela de misterio e intriga y sus ramas y secuelas correspondientes: criminal, detectivesca, negra, etc, salió a la luz en el número de Abril de 1841 de una revista mensual que se publicaba en Filadelfia, llamada “Graham´s Lady´s and Gentleman´s Magazine». En aquel número, apareció un relato titulado “Los crímenes de la rue Morgue”, firmado por un tal Edgar Allan Poe, periodista, escritor y poeta prácticamente desconocido entonces. En ese relato, además, hacía su primera aparición el caballero C. Auguste Dupin, el primer detective literario extraoficial y “científico”; el modelo, entre otros, de Sherlock Holmes, casi cinco décadas antes. Y en él quedaban fijados los principales rasgos y convenciones del género, como la consabida ineptitud de la policía enfrentada al talento fuera de nómina.
“Los crímenes de la rue Morgue” no sólo fue el principio de todo, sino que, además, el recién nacido género literario se presentaba a la escena del mundo con un caso de “misterio de cuarto cerrado”, una sub-rama que constituye por sí sola un auténtico desafío al que sólo contados autores posteriores han hecho honores saliendo airosos del trance, y en la que alguno, como John Dickson Carr, ha intentado especializarse.
El detective amateur C. Auguste Dupin reapareció en otros dos relatos de Poe: «El misterio de Marie Rôget» y «La carta robada». (DM)