El primer caso claro de uso de métodos criptográficos se dio durante la guerra entre Atenas y Esparta. Puede, de algún modo, considerarse como el primer aparato o “máquina” criptográfica conocida: el Scytalo (griego: skytálē).
Por: Grao de Ceara.
Con ella, también conocida como “Bastón de Licurgo”, los gobernantes de Esparta transmitieron con eficacia sus instrucciones secretas a los generales de su ejercito durante las campañas militares. Plutarco de Queronea, en su «Vida de hombres ilustres (Lisandro)», lo describe así:

“Cuando un general parte para una expedición de tierra o mar, los “éforos” toman dos bastones cilíndricos perfectamente iguales en longitud y grosor, de manera que se correspondan exactamente el uno con el otro en todas las dimensiones. Guardan ellos uno de estos bastones y dan el otro al general. Llaman a estos bastones “scytalos”. Cuando quieren enviar al general algún secreto de importancia, cortan una banda de pergamino larga y estrecha como una correa y la enrollan alrededor del Scytalo que está en su poder, sin dejar el menor intervalo entre los bordes de la banda, de tal forma que el pergamino cubra enteramente la superficie del bastón. Sobre este pergamino así arrollado alrededor del Scytalo, escriben lo que desean en columnas paralelas al eje del palo y, cuando lo han escrito, desenrollan la banda y la envían al general sin el bastón. El general que lo recibe no sabría leerla de momento, porque las letras desordenadas y esparcidas, no presentan ninguna concordancia, pero toma el Scytalo que tiene en su poder y enrolla a su alrededor la banda de pergamino cuyas diferentes vueltas se encuentran entonces reunidas devolviendo a las letras el orden en que han sido escritas y puede enterarse así del mensaje. Esta misiva se llama también scytalo, del nombre mismo del bastón, como aquello que se mide toma el nombre de aquello que le sirve de medida”.
Sin excesiva imaginación, podemos sospechar los serios disgustos que le acarrearía a cualquier general espartano la pérdida de su scytalo o el suceso de que algún espía –que en todas las épocas los hubo– pudiese copiar las medidas y construir otro idéntico. Es de suponer, pues. que los caudillos lacedemonios no soltasen ni por un momento el bastón de la mano. Esta costumbre, hija de la necesidad y de la prudencia, sería imitada tontamente en principio, por los propios generales contrarios y, mas tarde, llegó a hacerse ley perdurando hasta nuestros días.
Y así nació el actual bastón de mando militar, convirtiendo en un simple símbolo jerárquico lo que en su origen fue una útil máquina cifradora.

En ocasiones, el cilindro de madera inicial se achaflanaba formando un determinado número de caras que facilitaban la lectura y la escritura, teniendo por tanto forma poliédrica. Hablamos de caras para que quede perfectamente clara la implicación de una cantidad de caracteres por cada revolución alrededor del palo. En la práctica podían ser redondos, ovalados, etc.

El método explicado del scytalo (o escitala) es la transposición más elemental y constituye una transposición seriada continua (no tiene saltos) de clave simétrica. Este método es también conocido como de transposición de matrices.
En algoritmos aplicados a imágenes, equivale a una rotación de 90º a la derecha y luego despejada horizontalmente.
Concretamente, es equivalente a disponer en una tabla cada uno de los elementos en filas y luego tomarlos en columnas. El ancho de fila sería el número de caras que presenta el scytalo y el número de filas, la cantidad resultante de dividir el largo total del mensaje entre el ancho de fila.

