“¿Es SARS-CoV-2 un virus manipulado? Con lo que sabemos ahora, no puede descartarse»

por | Feb 20, 2021 | INVESTIGACIÓN, La vida/Medicina, MEDICINA, ÚLTIMAS ENTRADAS

ANTONIO GUIRAO PIÑERA Profesor del Dpto. de Física de la UMU y miembro del Centro de Investigación en Óptica y Nanofísica. Ha recibido distintos premios de investigación, enseñanza y divulgación, como el Premio “Enseñanza y Divulgación de la Física” de la Real Sociedad Española de Física - Fundación BBVA (2020), el Premio de Investigación “Salud y Sociedad” (2020) de la Real Academia de Medicina y Cirugía de la Región de Murcia, o el Primer Premio (2018) en el concurso “Ciencia en Acción”. Dirigió la Unidad de Cultura Científica de la UMU (2006 a 2014) y fue Coordinador de Selectividad de Física (2003 a 2019). Es uno de los impulsores de la Olimpiada de Física a nivel nacional e internacional. Autor de libros como “Óptica Visual”, “Óptica: rayos de luz, trayectorias, imágenes e instrumentos” y la “Guía para los exámenes de Física de las Pruebas de Acceso a la Universidad”.

ENTREVISTA. ANTONIO GUIRAO PIÑERA, Profesor del Dpto. de Física de la UMU y miembro del Centro de Investigación en Óptica y Nanofísica. Ha recibido distintos premios de investigación, enseñanza y divulgación, como el Premio “Enseñanza y Divulgación de la Física” de la Real Sociedad Española de Física – Fundación BBVA (2020), el Premio de Investigación “Salud y Sociedad” (2020) de la Real Academia de Medicina y Cirugía de la Región de Murcia, o el Primer Premio (2018) en el concurso “Ciencia en Acción”. Dirigió la Unidad de Cultura Científica de la UMU (2006–2014) y fue Coordinador de Selectividad de Física (2003–2019). Es uno de los impulsores de la Olimpiada de Física a nivel nacional e internacional. Autor de libros como “Óptica Visual”, “Óptica: rayos de luz, trayectorias, imágenes e instrumentos” y “Guía para los exámenes de Física de las Pruebas de Acceso a la Universidad”. Realiza un estudio sobre la dinámica y expansión de la epidemia del virus SARS-CoV-2 en España, financiado por el Instituto de Salud Carlos III.

Adelantos —Usted envía informes periódicamente, desde el principio de la epidemia, al Instituto de Salud Carlos III. ¿Qué contienen esos informes?

Antonio Guirao —Contienen los resultados de mi investigación sobre la dinámica de crecimiento de la epidemia mediante modelos físico-matemáticos. Por ejemplo, algunos de estos resultados son la caracterización de la transmisibilidad del virus y los valores de la tasa de contagio en cada momento, el ritmo de crecimiento de la epidemia, predicciones sobre potenciales rebrotes, la simulación de escenarios bajo distinta efectividad de las medidas de control, previsión de la presión hospitalaria, etc.
Como la situación en una epidemia de este tipo evoluciona muy rápidamente, la investigación ha de desarrollarse de forma muy intensa y con una actualización continua de los resultados. El proyecto está financiado por el Instituto de Salud Carlos III, del Ministerio de Ciencia e Innovación, dentro de la convocatoria extraordinaria sobre el SARS-Cov-2 y la enfermedad Covid-19. Los informes enviados al Instituto forman parte de lo que conocemos en el mundo de la investigación como “seguimiento científico del proyecto”, pero, en este caso, dada la situación de emergencia de salud pública y la necesidad de obtener resultados tempranos, este seguimiento se realiza de forma muy estrecha para permitir una implementación y puesta en marcha inmediata en el Sistema Nacional de Salud.
—¿Cómo hay tanta discrepancia entre las cifras de muertos que ofrece el gobierno central y las del Instituto Carlos III, con el que ud. colabora?
—El Ministerio de Sanidad incluye las muertes sólo si se ha acreditado una infección por coronavirus. Pero es probable que haya habido muchos fallecimientos de personas que no llegaron a diagnosticarse de la enfermedad, especialmente en la primera ola que fue más súbita. También es posible que se hayan producido muchas muertes como efecto colateral de la epidemia, aún sin ser causadas directamente por el virus, por falta de diagnóstico de otras enfermedades comunes u otros motivos debidos a la sobrecarga del sistema sanitario. Recordemos que ese es otro de los devastadores efectos de la epidemia.

“Cada sistema de recuento encuentra una cifra de fallecidos: el Instituto Carlos III, 70.000; el Instituto Nacional de Estadística, 80.000; el Ministerio de Sanidad, 50.000”

Además, la notificación de casos por las Comunidades Autónomas y su posterior cómputo a nivel nacional es un proceso que arrastra bastantes defectos, como por ejemplo los retrasos. Esto no afecta sólo a los fallecimientos sino a los datos en general. Algo que muchos investigadores hemos pedido desde el inicio de la epidemia es poder disponer de datos fiables y de calidad, para así poder hacer un seguimiento más preciso de la evolución.
Volviendo a la discrepancia en las cifras de fallecidos, tenemos por otro lado los datos del Instituto de Salud Carlos III a través del llamado Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo). Este sistema utiliza una metodología distinta: se calcula el exceso de mortalidad, incluyendo las defunciones por todas las causas procedentes de los Registros Civiles, que se produce en un período de tiempo en comparación con la mortalidad media de los años anteriores para ese mismo periodo. Así, el sistema MoMo ha encontrado que durante todo 2020 hubo unos 70.000 fallecidos más que lo esperado en el año. El Instituto Nacional de Estadística maneja cifras similares: unas 80.000 muertes en exceso en 2020. Sin embargo, el Ministerio de Sanidad informó de unas 50.000 muertes con diagnóstico de Covid en 2020. Si analizamos en detalle la curva de fallecidos a lo largo del año pasado, se observa claramente cómo el exceso de mortalidad sobre los valores medios de años anteriores no está repartido a lo largo del año, sino que coincide justamente con las “olas”, lo que demuestra que este exceso de mortalidad está causado directa o indirectamente por la epidemia, aunque concedamos que no todas las muertes sean por Covid.

Cadenas de transmisión. Los infectados contagian a las personas sanas susceptibles, tanto más cuantos más contactos se den. Las personas inmunizadas no enferman y además hacen de cortafuegos. (Ilustración cortesía de Antonio Guirao)
Cadenas de transmisión. Los infectados contagian a las personas sanas susceptibles, tanto más cuantos más contactos se den. Las personas inmunizadas no enferman y además hacen de cortafuegos. (Ilustración cortesía de Antonio Guirao).

“Siento decir que nuestros gobernantes no han tenido en cuenta a la Ciencia para afrontar la pandemia”

—Usted anunció, en Diciembre pasado el agravamiento de la situación que ha venido después. ¿De verdad nuestros gobernantes tienen en cuenta a los científicos para planificar sus acciones contra la pandemia del COVID-19?
—Siento decirlo tan tajante, pero mi conclusión es que no, a la vista de lo que ha pasado estos meses. Como ya he comentado, he venido haciendo un estudio diario de la evolución de la epidemia y los posibles escenarios cuando cambian las condiciones. Esto es fundamental para poder anticiparse, ya que la epidemia tiene un comportamiento perverso: normalmente sólo asoma la punta del iceberg y, además, la vemos siempre con retraso. Así, tras la desescalada de la primera ola, anticipé, ya en julio, el rebrote que se desarrolló durante el verano con las consecuencias de la segunda ola. Después, como usted dice, anuncié la tercera ola con la gravedad que ha tenido en enero. Para ello, son de gran utilidad los modelos matemáticos, como una herramienta complementaria a la valoración que se realiza desde la epidemiología. Los modelos y las simulaciones permiten conocer qué puede llegar a pasar antes de que ocurra; a eso lo llamamos predecir, y la predicción es imprescindible para prevenir. En el momento de esta entrevista estamos avisando del riesgo alto de un nuevo rebrote si se hace mal la desescalada. Esperemos que la situación no se repita, como el sueño de la marmota, y hayamos aprendido algo.

“La tendencia natural de una epidemia es crecer exponencialmente si no hay medidas restrictivas”

—Ha publicado un artículo titulado “Entender una epidemia. El coronavirus en España, situación y escenarios”. ¿Qué es preciso entender sobre esta epidemia?
–Todos deberíamos conocer qué es el crecimiento exponencial y saber que una epidemia crece precisamente así, exponencialmente. El crecimiento exponencial es muy distinto al crecimiento lineal. El lineal es un crecimiento controlado en que diariamente sumamos una cantidad fija (por ejemplo, metiendo todos los días un euro en la hucha). Sin embargo, en el crecimiento exponencial, cada día que pasa la cantidad añadida es más y más grande (como los ahorros a un alto interés bancario). Esto último ocurre en las epidemias: cada persona enferma contagia a unas pocas, cada una de éstas contagia a otras tantas, y así sucesivamente, los casos van multiplicándose hasta que la situación se descontrola. Hay otros fenómenos parecidos, que conviene recordar para tener presente el peligro de las epidemias; por ejemplo, un incendio en un bosque o una reacción en cadena. El crecimiento exponencial va en contra de la intuición, primero empieza con poca velocidad, pero luego se acelera y en poco tiempo los números pueden ser astronómicos. Precisamente, uno de los objetivos de ese artículo era plantear en lenguaje divulgativo cómo crecen exponencialmente los contagios en una epidemia.
Otra de las cosas que debemos entender es que la tendencia natural de la epidemia es a crecer y, por eso, hay que contenerla con medidas restrictivas. Si aflojamos las medidas, la epidemia vuelve a crecer, al menos hasta que exista suficiente inmunización mediante las vacunas. Es como dejarnos caer en bicicleta por una cuesta abajo. Si apretamos los frenos, reducimos la velocidad e incluso nos detenemos, pero si soltamos los frenos adquirimos de nuevo aceleración y hay que volver a frenar.
Añadiría un tercer aspecto a tener en cuenta por todos, que tiene que ver con las consecuencias de los contagios: la mortalidad de la Covid-19 es relativamente alta, aproximadamente el 1% sobre los casos detectados, o incluso algo superior. Así de simple y así de duro. Nos hemos acostumbrado a los números huecos, pero el peaje en vidas humanas es tremendo. Cuando en España se comunican en un día, por ejemplo, 10.000 o 20.000 casos… cualquiera puede hacer la cuenta. Además, los efectos son acumulativos durante el tiempo que tarda la epidemia en volver a controlarse. Ese tiempo de recuperación es tanto más largo cuanta más alta ha sido la incidencia alcanzada. Dicho de otra forma, si subimos una montaña más elevada tardaremos más en descenderla.

“No existe un riesgo cero; tampoco en los entornos educativos”

—Los asintomáticos son el motor de la epidemia, dijo usted. ¿Tiene sentido cerrarlo todo y mantener abiertas escuelas y centros de enseñanza?
—Bueno, el motor de la epidemia son los contagios, ya sean producidos por individuos asintomáticos, sin que lo sepamos, o por personas sintomáticas, en la medida en que no se detectan a tiempo. Una persona que ha contraído la enfermedad puede contagiar a otras durante cinco o seis días, de ahí la importancia de hacer un rastreo efectivo y un gran número de test. Cuantos más individuos infectados hay en la población y más contactos interpersonales ocurren, la epidemia crece con más potencia. Por eso hablo del “motor”. Por otro lado, el “combustible” es la población de personas todavía sanas expuestas al virus.
Por tanto, la epidemia se controla restando potencia al motor y disminuyendo el combustible, es decir, cortando las cadenas de contagio mediante el aislamiento rápido de los infectados y mediante las medidas de barrera (como la mascarilla) y el distanciamiento social (tanto manteniendo la distancia física de un par de metros como reduciendo la frecuencia de nuestras relaciones sociales).
Ese objetivo puede conseguirse de diversas maneras: por ejemplo, con el confinamiento domiciliario. Pero puede lograrse una efectividad similar en el control de los contagios con el cumplimiento estricto de las medidas de seguridad. El virus se transmite por vía respiratoria, de persona a persona, a través de las gotículas que exhalamos al hablar y al respirar, y el contagio es mucho más probable con el contacto próximo (de menos de un par de metros). Por eso, si utilizamos escrupulosamente la mascarilla y respetamos las distancias, reducimos muchísimo la probabilidad de contagio, ya sea por individuos sintomáticos o por asintomáticos. Otra cosa es que esto sea siempre viable en la práctica, dado el comportamiento humano en sociedad. En ciertos ámbitos, como el ámbito escolar, parece que sí es posible. Mantener una actividad depende de si es compatible o no con el cumplimiento de las medidas que he indicado. Pero es cierto que no existe riesgo cero, tampoco en los entornos educativos. Las restricciones se están centrando en aquellas actividades en que las autoridades creen que ocurren especialmente las cadenas de contagio. El cómo conseguir mantener abiertas esas otras actividades de forma compatible con un riesgo bajo de contagio, es un debate muy interesante y necesario.

“Se han hecho mal las desescaladas, no se ha actuado con antelación ante las previsiones, ha fallado una estrategia de rastreo y testeo”

Casos totales de Covid-19 en España y en Italia en las primeras semanas de la epidemia (marzo de 2020). Las curvas muestran perfectamente el crecimiento exponencial de los casos. La epidemia en Italia iba aproximadamente una semana por delante que en España con el mismo patrón.(Ilustración: cortesía de Antonio Guirao)
Casos totales de Covid-19 en España y en Italia en las primeras semanas de la epidemia (marzo de 2020). Las curvas muestran perfectamente el crecimiento exponencial de los casos. La epidemia en Italia iba aproximadamente una semana por delante que en España con el mismo patrón. (Ilustración cortesía de Antonio Guirao)

—Desde la llegada del virus a España, ¿qué diría ud. que han hecho mal los gobernantes por un lado, y los gobernados por otro?
—Creo que ha habido una pésima labor de coordinación y falta de sinergia entre todos los agentes e instituciones, cuya consecuencia ha sido el mal aprovechamiento de nuestro potencial y la baja efectividad de las acciones. Ello llama especialmente la atención dada la situación de emergencia que estamos viviendo, con repercusiones obvias para la salud pública y también para otros ámbitos sociales. En particular, considero que las autoridades no se han apoyado lo suficiente en la ciencia y que debería haber existido un mayor asesoramiento de los científicos, de manera normalizada.
En segundo lugar, opino que no se ha realizado la adecuada priorización y planificación a medio y largo plazo para acometer acciones sólidas contra la epidemia, no sólo las sanitarias sino todas las necesarias para combatir los efectos colaterales de tipo económico, psicológico, de orden cultural, etc. Creo que nos hubiera ayudado a todos tomar conciencia desde el principio de que tendríamos que vivir posiblemente dos años en circunstancias especiales y desfavorables, y adaptar en consecuencia nuestro estilo de vida a dichas circunstancias de forma equilibrada, sin vaivenes ni prisas. En ese sentido, bajo mi punto de vista, la ciudadanía ha recibido una información inadecuada sobre la dimensión y efectos de la epidemia, que nos ha hecho muchas veces incurrir en una percepción incorrecta de la gravedad y en contradicciones en nuestro comportamiento.

“Parte de la población ha desoído irresponsablemente las medidas de seguridad”

Si hablamos de aspectos concretos, más directamente relacionados con la parte científica, y dadas las características que antes he comentado de cómo se comporta una epidemia diría que, en general, se han hecho mal las desescaladas, que no se ha actuado con la suficiente antelación cuando se disponía de previsiones de la evolución de la epidemia, que ha faltado una estrategia eficaz de rastreo y testeo, y que normalmente se ha actuado de forma reactiva (imponiendo medidas cuando la situación adquiría gravedad) en lugar de hacerlo de forma preventiva.
Finalmente, respecto a la sociedad, aunque esto se haya convertido en un tópico, hay que decir que una parte de la población ha desoído de forma irresponsable el cumplimiento de las medidas de seguridad. Por otro lado, creo que, en general, hemos pecado de una visión inmediata y cortoplacista. Vivimos en una cultura bastante hedonista y apresurada, lo que nos hace difícil sobrellevar estas situaciones con más paciencia. Hemos tenido la necesidad de volver a hacer cuanto antes todo lo que veníamos haciendo. Quizás vendría bien una reflexión sobre nuestro estilo de vida contemporáneo. Para acabar, señalaría el déficit de cultura científica. Vivimos en un mundo científico-tecnológico y, por lo tanto, un conocimiento básico de ciencia nos puede ayudar a ser ciudadanos mejor informados y más críticos, y a interpretar mejor los acontecimientos del mundo que nos rodea.
—¿Serviría de algo un nuevo confinamiento? ¿Sirvió de algo el de Marzo pasado?

—La efectividad en el control de la epidemia que tuvo el confinamiento domiciliario de marzo es similar a la que han tenido las medidas adoptadas posteriormente ante la segunda ola y la tercera ola. Recordemos que dichas medidas ahora parten del uso obligatorio de las mascarillas y la distancia de seguridad, a lo que se añaden restricciones de movilidad, toques de queda y las limitaciones a ciertas actividades como la hostelería. Mientras ese tipo de medidas sigan funcionando, no es imprescindible un nuevo confinamiento, porque además la reducción de contagios no sería tan diferente.
El confinamiento de marzo permitió reducir muchísimo la tasa de contagio y, por lo tanto, controlar la epidemia. En aquel momento en que el virus se propagaba con su número reproductivo básico (es decir, con la tasa que le es propia cuando no existe ninguna medida de control) la velocidad de crecimiento era tan grande que en pocas semanas las consecuencias hubiesen sido catastróficas.
—¿De todas las medidas o restricciones que hemos tenido o tenemos, ¿cuál es la más desacertada, a su juicio?
—Más que de medidas desacertadas yo hablaría de protocolos desacertados sobre la adopción de las medidas. Para mí, uno de los errores importantes ha sido el no mantener de forma sostenida en el tiempo un paquete de restricciones intermedias, ni muy estrictas ni muy laxas, cuando los niveles de incidencia eran de bajo riesgo. De esa forma, podríamos haber mantenido la epidemia bajo control con unas medidas continuadas pero llevaderas. En lugar de eso, se ha optado por imponer medidas fuertes cuando la situación se agravaba demasiado, para después relajarlas en exceso cuando se juzgaba que la mejoría era suficiente. Los efectos han sido las sucesivas “olas” o, mejor dicho, rebrotes. Y las consecuencias no han sido devastadoras. Este tira y afloja ha perjudicado igualmente a muchos sectores sociales y se ha sometido al sistema sanitario a una presión extrema. Pero lo más trágico de todo es que estas subidas y bajadas de las curvas de contagios se traducen en miles y miles de personas enfermas, muchas de las cuales mueren. Ese peaje no deberíamos aceptarlo.

“En vez de restricciones moderadas y sostenidas, se han adoptado medidas fuertes relajándolas a continuación, con consecuencias devastadoras”

—¿Qué teme usted que ocurra en los próximos meses?
-Que una nueva desescalada prematura termine otra vez en un rebrote y en la “cuarta ola”. Conforme se flexibilicen las restricciones a lo largo de febrero (como ya está ocurriendo) y en marzo, se irá ralentizando el ritmo de caída de contagios hasta quedar en una meseta o incluso repuntar, como ya ocurrió a mitad de diciembre. En la “tercera ola” el efecto del periodo navideño se sumó a una epidemia que ya iba en fase creciente. Ahora, casualmente, las fechas de la Semana Santa hacen que la situación sea casi simétrica de la ya vivida. Aunque es de esperar que el efecto no sea tan explosivo como el de la Navidad, los ingredientes para un nuevo rebrote en abril los tenemos sobre la mesa. El riesgo es aún mayor sabiendo que las nuevas variantes del virus, especialmente la británica, se están extendiendo a gran velocidad por nuestro país. Como estas variantes son bastante más contagiosas (entre un 40 y un 70%), es muy probable que en las próximas semanas alguna de ellas se haga dominante. El que se haga dominante no es un problema mientras los contagios sigan reduciéndose. El problema radica en que, precisamente por ser más contagiosas, las medidas que sí funcionan para controlar la variante original puede que no sean suficientemente efectivas para controlar las otras variantes. ¿Cuándo ocurría esto? Hacia mediados o finales del mes de marzo.
Como, por otro lado, la vacunación en España todavía no va a ser lo suficientemente significativa antes de abril, resulta que se conjugan los tres problemas en la misma dirección. En definitiva, tenemos abierta una gran ventana de riesgo al menos en los próximos dos meses. No podemos afirmar que vaya a haber una cuarta ola, pero deberíamos extremar las precauciones e intentar minimizar los riesgos. Como señalé antes, es preferible prevenir que tener que reaccionar si finalmente se agrava la situación.

“Con otra desescalada prematura y las nuevas variantes del virus, los ingredientes para un nuevo rebrote están ya servidos”

—Ud. ha dicho que quizá se haga necesario pasar a un plan B. ¿Qué debería incluir ese “plan B”?
—Ello podría ocurrir en el caso indicado de que las nuevas variantes más contagiosas no pudieran ser frenadas con las medidas actuales. La variante original del coronavirus es más contagiosa que la gripe, pero no muchísimo más (de hecho, es bastante menos contagioso que el sarampión). Por eso, las medidas de contención que se han aplicado hasta ahora han sido suficientes para bajar el nivel de contagio por debajo del umbral que delimita el control de la epidemia. Pero con las nuevas variantes podría no ocurrir lo mismo. En ese caso, habría que ir a fórmulas de aislamiento social impuestas, como confinamientos domiciliarios totales o parciales hasta que el porcentaje de población vacunada fuese significativo.
—Cada año, el virus de la gripe muta y se extingue en unos meses. ¿No sería eso lo esperable en cualquier virus, incluido este?
—Mi campo no es el de la microbiología, pero sabemos que los virus están mutando constantemente, pues poseen material genético (ADN o ARN) susceptible de modificaciones en sus moléculas. De hecho, las nuevas variantes del Sars-Cov-2 que en este momento preocupan (la británica, la sudafricana y la brasileña, llamadas así por los países donde primero se detectaron), agrupan un conjunto de varias mutaciones que las hace especiales, pero hay muchas otras variantes. El coronavirus, por el momento, no es un virus estacional como sí lo es el de la gripe (que está limitado por factores ambientales como la temperatura y la humedad y por el estilo de vida en entornos cerrados propio del invierno). De momento, como es nuevo y casi toda la población es todavía susceptible, circula con bastante libertad. Se cree que más adelante, cuando se alcance una mayor inmunización de la población, quizás sí se pueda convertir en un virus estacional.

«Desde el entorno de la propia OMS, se ha dicho que la «misión Covid» a China fue una pantomina, una «visita guiada».

—Personalmente ¿descartaría la posibilidad de que el virus de esta pandemia haya sido manipulado en laboratorio?
—Esta cuestión lleva consigo un ejercicio divertido de filosofía de la ciencia o de epistemología. ¿Cuándo debemos descartar una teoría? ¿Cuándo puede decirse que hemos reunido suficiente evidencia científica para apoyar una cierta hipótesis? Desde el inicio de la pandemia, se ha mantenido un profundo debate sobre el posible origen del virus. En revistas tan importantes como Nature, se han publicado estudios que analizan las características genéticas del Sars-CoV-2 y concluyen que es muy improbable que se trate de un virus diseñado en el laboratorio o de un virus manipulado a propósito. En otros trabajos científicos, se indica que dicha estructura genética no es incompatible con un origen de laboratorio. En resumen, las evidencias científicas apuntan hacia un origen natural, pero no hay certeza en contra del origen artificial. En ciencia, las hipótesis se desmienten cuando son “falsadas”, que significa que se han aportado pruebas. Por lo tanto, hasta tener mayor conocimiento, yo no descartaría la posibilidad de la manipulación de laboratorio (lo que no significa que yo sospeche que sea así; se trata de una actitud metodológica).
El problema es de enorme importancia y se sigue investigando intensamente en él. Los especialistas del área reconocen que se impone ese esfuerzo por encontrar el origen del virus. Las hipótesis más aceptadas son que el virus pasara de un murciélago a un humano, o de un murciélago a un huésped animal intermedio y luego a un humano. Pero un asesor de la OMS acaba de criticar la “misión Covid” enviada a China para investigar el origen del brote, pues considera que ha sido una pantomima o una “visita guiada” que no ha eliminado la posibilidad de fuga accidental del laboratorio de Wuhan. Seguiremos atentos.

La curva epidémica (casos totales) de España desde el inicio del brote y la curva de contagios diarios (recuadro superior). Las crestas y valles de la curva de contagios muestran claramente las distintas “olas”. La 2ª y la 3ª ola son en realidad rebrotes derivados de la relajación de las medidas. Cuanto más se deja crecer sin control la epidemia los picos de contagios son más altos, lo que se traduce en una acumulación de casos totales mucho más prolongada en el tiempo. (Ilustración cortesía de A. Guirao):
La curva epidémica (casos totales) de España desde el inicio del brote y la curva de contagios diarios (recuadro superior). Las crestas y valles de la curva de contagios muestran claramente las distintas “olas”. La 2ª y la 3ª ola son en realidad rebrotes derivados de la relajación de las medidas. Cuanto más se deja crecer sin control la epidemia los picos de contagios son más altos, lo que se traduce en una acumulación de casos totales mucho más prolongada en el tiempo. (Ilustración cortesía de A. Guirao).

—Es ud. doctor en Física y licenciado en Filosofía; uno de los pocos/as que se saltan en este país esa imaginaria, pero férrea, barrera contemporánea entre “ciencias” y “humanidades”…
—Me ha gustado la adjetivación “imaginaria y férrea” para esa barrera que, en efecto, se da bastante en la actualidad. Creo que el conocimiento es integrado y no atomizado, aunque hoy tendamos a la separación. Muchas veces, la división radica en la semántica o en un problema académico, y la frontera que trazamos entre ciencia y humanidades, o entre ciencias y letras, es artificial y ni siquiera está bien definida. De hecho, “ciencia” significa “conocimiento”, que debemos entender en un sentido amplio. En mi caso, siempre he tenido una inclinación especial hacia las ciencias naturales, pero al mismo tiempo he tenido bastante inquietud por entender y conocer en general; por eso empezó a interesarme la filosofía cuando la descubrí en el instituto. Hay más relación de la que parece. La física surge con la filosofía griega, y, hasta el siglo XIX, se hablaba de “filosofía natural” para referirse al estudio de la naturaleza.
Desde el siglo XIX, se fue produciendo una especialización del conocimiento que nos ha llevado a ocupar ahora parcelas disjuntas. Por eso, quizás pueda parecer raro hoy día inclinarse hacia dos mundos que parecen tan distintos, o romper esa división de las “dos culturas” (de la que hablaba Snow señalando el “abismo de incomprensión mutua entre intelectuales literarios y científicos”). Sin embargo, a lo largo de la historia ha ocurrido, más bien, al contrario. Los filósofos en la Antigüedad buscaron conocer de forma racional los principios del mundo que nos rodea, ya sea la realidad natural o la humana. Así, por ejemplo, Aristóteles escribe sobre física, ética, política, biología, estética, lógica, etc. En el Renacimiento, los artistas se fundamentan en la ciencia, y los científicos cultivan distintas disciplinas. Leonardo da Vinci representa ese arquetipo; pero hay muchos otros ejemplos conocidos, como Galileo, que mostró interés por casi todas las ciencias y las artes. En el siglo de la razón como luz, Franklin descubre, inventa y desarrolla una intensa labor política al servicio de la sociedad. Otro símbolo durante la Ilustración de esta integración del conocimiento es la Enciclopedia (o Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios) de Diderot y D’Alembert). El paradigma ahora es distinto. Y la división va más allá de las dos culturas, pues la compartimentación se da también dentro de la propia ciencia. Un problema actual es la falta de interdisciplinariedad, lo que limita nuestra capacidad para la resolución de los problemas.
Es cierto que hoy es muy difícil abarcar distintas disciplinas y que es precisa la especialización. Pero ello no es incompatible con que, por ejemplo, el sistema educativo proporcione a los jóvenes una sólida cultura transversal sin la especialización tan temprana que obligatoriamente ya hay que hacer desde la educación Secundaria. Cualquier persona de “letras” debería tener un conocimiento básico de números, así como cualquiera de “ciencias” debería tenerlo de historia, por poner un ejemplo.

“La división del conocimiento en “ciencias” y “letras” limita la resolución de los problemas”

—Ha impulsado ud. dentro de su Departamento universitario la creación de la asignatura (en principio se llamó “Historia y Filosofía de la Física”) “Historia de la Física”. ¿Por qué?
—La historia tiene un indudable valor formativo. No es una disciplina marginal, ni es “contar historietas”. Conociendo cómo han ocurrido las cosas, podemos interpretar mejor el presente y ser más sagaces con el futuro. En el caso de la historia de la ciencia, es muy importante saber cómo se han forjado las teorías, cuáles fueron los problemas que dieron lugar a unas determinadas soluciones, de qué manera se afrontaron las dificultades con sus aciertos y sus errores, o cómo han evolucionado los conceptos. En la enseñanza de la ciencia, normalmente se explica la ciencia “acabada”, en una versión pulcra, aceptada y depurada. Por ejemplo, cuando explicamos la Ley de la Gravitación de Newton decimos qué significa, la enunciamos matemáticamente y resolvemos después problemas numéricos con ella. Pero, ¡cuánta ciencia se está dejando de aprender! si no se enseña en qué contexto Newton llegó a esa formulación, qué teorías alternativas había, qué revolución científica y cultural supuso (se unificó el movimiento terrestre y el celeste), o qué otros científicos contribuyeron (el mismo Newton comentó: “si he llegado a ver tan lejos es porque me aupado a hombros de gigantes”). Así que, con la Historia de la Física se pretende que los estudiantes sepan cómo ha sido el desarrollo histórico de las ideas y los conceptos físicos, lo que permite tener una mejor perspectiva del resto de las asignaturas y del conjunto de la disciplina. Además, en esta asignatura se hace una introducción a la metodología y a la sociología de la física, aspectos muy importantes que tienen que ver con cómo se investiga y con el impacto de la física en la sociedad.
—Ha trabajado en el Center for Visual Science de la Universidad de Rochester, y su campo de especialización parece girar alrededor de la óptica. ¿Cómo engarza eso con sus otras inquietudes científicas…. y humanas?
—Buena parte de mi carrera investigadora la he dedicado a la óptica, en concreto a la visión. En mi tesis doctoral, estudié la calidad óptica del ojo humano con el envejecimiento. Y posteriormente estuve en Rochester, en EEUU, en una estancia postdoctoral en la que estuve investigando en métodos de corrección de los defectos ópticos, por ejemplo, con lentillas de nueva generación. Sin embargo, antes de mi doctorado estuve dos años trabajando en la modelización del transporte iónico a través de membranas, con aplicación en la desalación de aguas. Y, en la última etapa, me he centrado en la investigación de la epidemia del coronavirus mediante modelos. Parecen campos muy distintos, y de hecho lo son. Pero en ningún momento dejan de ser física. Para profundizar en un área y poder investigar un problema concreto, se necesita la especialización. Pero una ventaja de los estudios de Física es que proporcionan una base muy buena de conocimientos y metodologías y, por lo tanto, una gran versatilidad. Además, muchas veces puedes aplicar métodos que has aprendido en un área si pasas a trabajar en otra área, y ocurre que esa traslación suele ser muy fértil y eficaz para encontrar soluciones
Pregunta usted por la inquietud: lo que me apasiona es resolver problemas, y la física te da muchas herramientas para poder hacerlo.Y, respecto a las inquietudes más humanísticas, la combinación es muy buena si te gusta la física, porque puedes orientar la investigación hacia la resolución de problemas con repercusión social, ya sean relacionados con la salud, con el medioambiente o con cualquier otro reto para el progreso y el bienestar.

“El sistema educativo debiera proporcionar una sólida cultura transversal sin la especialización temprana que se hace desde Secundaria”

—“Talleres científicos en Hospitales” fue uno de sus proyectos pioneros. ¿Con qué objetivo?
—Utilizar la ciencia con una función social, en este caso mediante experimentos y demostraciones científicas para niños que están hospitalizados. Se trata de experiencias sencillas que pueden realizarse con materiales cotidianos (como imanes, linternas, globos…) y que muestran de forma didáctica y muy visual los fenómenos de la naturaleza o cómo funcionan algunos aparatos. Los niños en el hospital pueden participar e interaccionar, preguntar y aprender jugando. Aparte de la finalidad educativa de estos talleres, el objetivo también es ayudar a que la estancia en el hospital de estos niños sea lo más amena posible. Todo surge en 2013, a raíz de las actividades divulgativas que suelo hacer en institutos de secundaria y en ferias de la ciencia. Un profesor que tuvo destino ese año en las aulas hospitalarias me propuso hacer una de esas sesiones de experimentos para los niños escolarizados en el hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia. La experiencia fue fantástica, y desde entonces hasta ahora, que sigo visitando las Aulas más o menos cada mes. Aprovecho para dar las gracias a todo el personal de las Aulas Hospitalarias. La iniciativa fue pionera en España y la incluyó la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología en su guía de Prácticas Inspiradoras. Para mí es una actividad muy gratificante.

 

Antonio Guirao en una de sus sesiones experimentales con los niños de las Aulas Hospitalarias.
Antonio Guirao en una de sus sesiones experimentales con los niños de las Aulas Hospitalarias.

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