(Por Mundo Dantés)
(Despacho de Groucho & Marx, abogados. Groucho, con la mesa llena de periódicos y los pies sobre ella, fuma un puro mientras va echando un vistazo rápido a «El País», «El Mundo», «Punt Avui…»…. Entra la secretaria, miss Gómez, se sienta a su mesa y se pone a escribir un guasap. De fondo, suena una «fuga» de Bach).
GROUCHO(Le suena el guasap, lo lee) —¿Cómo? ¿Tenemos un cliente? !Por el amor de Dios, Miss Gómez, está usted sentada a dos metros de mí! Puede decírmelo directamente, dejando en paz el espectro electromagnético y quizá a otros de los que no sabemos ni el apellido. Y apague ese maldito hilo musical hasta que pongan a alguien que aún cobre derechos de autor; nunca se sabe si nos necesitará. Mientras, el ahorro será nuestro estribillo. (Le lanza su tablet, y ella la coge al vuelo). Empiece pasando eso por la trituradora. !Vamos, hágale pasar!
(Entra NOSFERATU)
GROUCHO —!Aquí huele a muerto! ¡¿Qué demonios…?! (Se vuelve hacia el recién llegado). Pero pase, buen hombre. ¿Qué puedo hacer por usted, aparte de recomendarle la cantina de un tanatorio de toda confianza con la mejor tortilla de ajos tiernos de esta parte del…? Bueno, dígame: ¿qué le trae por aquí cuando ya ha amanecido?
NOSFERATU —¡Chisst! Soy ministro de Hacienda.
GROUCHO –Comprendo. Mire, confianza por confianza: yo soy Napoleón Bonaparte, pero, harto de invadir Europa para nada, me he tomado un descanso de incógnito en este país donde tanto se me apreció en otro tiempo.
MiSS GÓMEZ –Jefe…
GROUCHO –Pero, Miss Gómez, deje hablar al caballero, que es quien terminará pagando una minuta si nos dejamos de melindres. (Examina de un rápido vistazo al cliente. A miss Gómez, haciendo un aparte) No sabe que está muerto, ¿verdad?
MISS GÓMEZ(Con gesto reprobatorio) —Chiiist!
GROUCHO –Tiene razón. Se ve enseguida en este hombre que es un ahorrador de abolengo, cualquiera que sea su sistema, y sus ahorros son bienvenidos a esta casa. (A Nosferatu) Le ofrecería algo de beber, pero temo no estar a la altura.
MISS GÓMEZ –Mire, jefe: usted acaba de establecerse aquí, pero yo llevo más tiempo, y en este país nadie va diciendo por ahí que es ministro de Hacienda si no es ministro de Hacienda; no son bienvenidos en ningún sitio, salvo en el FMI.
GROUCHO —Y aquí mismo, si aún le queda alguna caja por vaciar. Por cierto, Miss Gómez, que cuando me habló del culto a los muertos en este país, se quedó usted muy corta. (Dirigiéndose otra vez al cliente). Así que, ministro de Hacienda. !En mi humilde despacho! Suelte cien pápiros para empezar. Y usted, Miss Gómez, esconda todo lo que pueda haber de valor en esta estancia.
MISS GÓMEZ –No hay nada de valor en esta estancia.
GROUCHO –Pues compre al menos un crucifijo, o esto parecerá Transilvania antes de que anochezca. Aparte de eso, nunca alabaré bastante lo que aprendo con usted de este país.
MISS GÓMEZ. –No sé si le dije que no soy de este país. Soy de Guinea Ecuatorial, y mi auténtico apellido es Nguema. Me lo cambié para integrarme.
GROUCHO. –Con razón le encontraba un je ne sais quoi. ¿De los Nguema de Malabo?
MISS GÓMEZ. –No, esos son otros Nguema.
NOSFERATU. (Dándole el dinero) —Escúcheme. Yo no he estado nunca aquí y lo negaré públicamente sin ruborizarme. Espero y exijo confidencialidad por su parte.
GROUCHO —!Otros cien por eso! (Nosferatu se los da) Y ya entiendo por qué se ha caracterizado usted así.
NOSFERATU –¿Así? ¿Cómo?
GROUCHO –Eeeeh… Bueno, dejémoslo. Veo que sabe usted cómo emplear el dinero. ¿A qué se dedicaba antes?
NOSFERATU. –¿Antes de qué?
GROUCHO. –Tiene razón, en algún momento hay que enterrar el pasado. Y, dígame: ¿ha probado a tomar Zolpidem?
NOSFERATU –!No me mande medicamentos, usted no es siquiatra!
GROUCHO –No me lo recuerde. Estaría ganando el triple en un país como éste.
NOSFERATU –¿El triple de qué?
GROUCHO –El cobrador de impuestos que vive en usted no duerme ni de día, ¿eh? Pero no me pillará tan fácil. Bien, cuénteme de qué se trata.
NOSFERATU –Mis enemigos políticos dicen que me he saltado la Constitución.
GROUCHO –Bueno, la gente necesita hablar de algo. Yo me he saltado el desayuno los tres últimos días. ¿Qué más tenemos?
NOSFERATU –Dicen que así les he ahorrado a los defraudadores dos mil ochocientos millones de euros.
GROUCHO –Ya veo. Un país donde no se valora el ahorro pondría a cualquiera de los nervios. Cada vez le entiendo más. O sea: usted sabía que había defraudadores y, en vez de perseguirlos y cazarlos a lazo, estropeando todo el césped, decidió ahorrarle molestias a la policía y Dios sabe a cuánta gente más, permitiendo a esas personas seguir disfrutando de lo único que tienen en el mundo: todo su dinero. A cambio de dejar un poco de calderilla en el cesto para las Ánimas, si es que entiendo algo de carne de membrillo. He llevado casos más sucios que el suyo.
NOSFERATU —¿En serio?
GROUCHO —No, pero ¿a que quedaría bien como epitafio de un abogado?
NOSFERATU –¡Se están aliando para echar mi nombre por el barro, y ya están preparándome la mortaja…!
GROUCHO –Bueno, sobre esa parte…..
NOSFERATU –…Pero la vida sigue…
GROUCHO –Es usted una prueba viviente de ello.
NOSFERATU –Oiga, no estoy seguro de que esté comprendiendo la gravedad de lo que le cuento. ¿No hay otro socio, dónde está el señor Marx, no tienen ni siquiera un pasante?
GROUCHO –Un pasante mucho pasante; estará comprándose algo bonito para la Fiesta del Orgullo. Espero que no sea un sudario. Por cierto, ¿cómo piensa pagarme esta consulta, en negro o en blanco?
NOSFERATU –No pensaba pagársela, la verdad. Quiero decir, no hoy. Esto pasaría por una sociedad interpuesta que trabaja en dólares….. Pero, en blanco, en blanco.
GROUCHO –!Bravo! En todo, veo ese ministro de Hacienda que, pese a todo, alienta en usted. Hay que pagar impuestos aunque sean pequeños. Sin embargo, eso dejaría un testimonio escrito de esta consulta.
NOSFERATU –!Tiene razón, rediez! Y, de esto, no quiero que se entere ni mi mujer. (Mira con recelo por toda la estancia) Mire, hay quien querría verme muerto porque me atreví contra esos artistillas progres que se llevan los cuatro chavos fuera y luego ni siquiera me sirven para hacer pasar por buena mi amnistía fiscal. Esos cantantes, esa Penélope…
GROUCHO –¡Penélope Cruz! !Ha ido usted a clavar las uñas en una de mis treinta o cuarenta debilidades favoritas! !¿Qué es lo que no le gusta de ella? ¿El apellido?! !Lávese la boca para hablar de ella! Mejor, lávese todo entero. Ahí lleva una pastilla de jabón. (Le arroja algo que el otro coge al vuelo, como un resorte automático, y se mete en un bolsillo sin mirarlo siquiera). Son otros dos dólares. Y ahora, !largo de aquí!
NOSFERATU –¿Qué dice? Ya le he dicho que soy el ministro….
GROUCHO –Y yo soy el tipo que ha grabado esta conversación desde que usted dijo “confidencialidad” ¿Quiere que se la mande por guasap a Iglesias? ¿A su mujer?
NOSFERATU –¿A Irene Montero?
GROUCHO –!No! A la mujer de usted
NOSFERATU –Ah! Ya está curada de espanto.
GROUCHO –No me cuesta creerle. Y usted créame a mí si le digo que todavía puedo elegir a mis clientes. Mañana, sin ir más lejos, tengo mermelada electromagnética para desayunar ¿Ha oído, Miss Gómez? Ponga algo de azúcar en la trituradora. ( Al cliente) ¡Por esa puerta se va a la calle!. Pero antes, afloje los dos pavos del jabón.
NOSFERATU –!Nunca me habían insultado así!
GROUCHO –¿Cómo? ¿Acabo de llegar y ya soy el primero en algo? ¡Este es un país de grandes oportunidades para todos! ¡No me mintieron!
(NOSFERATU se dirige a la puerta)
GROUCHO –!Eh! Tome sus doscientos. Pero me quedo los dos pavos del jabón. (Los descuenta)
(NOSFERATU sale por la puerta sin molestarse en abrirla; estaba abierta)
MISS GÓMEZ –Que yo sepa, jefe, tampoco teníamos jabón en esta oficina.
GROUCHO –Por eso le he lanzado una goma de borrar de las grandes. Se apañará.
MISS GÓMEZ –¿Echo un poco de ambientador?
GROUCHO –¿Ese es el ejemplo que quiere dar a la juventud? ¿Esparcir dinero por el aire?
MISS GÓMEZ –Es que..
GROUCHO –Nada que no pueda solucionar un buen habano (lo enciende). Y voy a seguir estudiando un poco la lengua del país. (revuelve los periódicos).
MISS GÓMEZ –Ya la domina usted bastante bien.
GROUCHO(coge un ejemplar de “Berria” y se pone a hojearlo mientras fuma) —Pues no sé cómo lo hago, la verdad; cada vez que cambio de periódico, parece un idioma diferente.
FIN