«Evidentemente —y espectacularmente, incluso— es meritorio venerar ideales colectivos y colaborar con grandes organizaciones, aunque éstas se cuenten entre las sepulturas del individuo. Un grupo es siempre algo menos que el promedio de sus miembros, y cuando éstos se componen de una mayoría de holgazanes e inútiles, ¿qué pasa entonces? Que tampoco son válidos los ideales que la organización proclama. Hasta el medio idóneo se vuelve inútil en manos de la persona inadecuada, reza un proverbio chino». (Carl Gustav Jung (1875-1961)