La ivermectina es un medicamento empleado para humanos (para tratamiento de parásitos) y en veterinaria (como antiparásito muy eficaz para el ganado). Aunque inicialmente se investigó su posible utilidad para combatir la COVID-19, debe evitarse, ya que no se han demostrado sus beneficios y tiene graves efectos secundarios. Desde su descubrimiento, ha experimentado un crecimiento exponencial, lo que ha originado un grave impacto ambiental.


¿Qué es la ivermectina?
La ivermectina, obtenida en 1979, es un medicamento con efectos antibióticos y nematicidas, empleado para humanos (para tratamiento de algunos procesos provocados por parásitos) y en veterinaria (es un antiparásito muy eficaz, usado de manera preventiva en el ganado, desde 1981). Desde su descubrimiento ha experimentado un crecimiento exponencial y es considerada por la OMS como un medicamento esencial.
Dado que la ivermectina tiene efectos antivirales contra varios virus de ARN monocatenario de sentido positivo distintos, incluido el SARS-CoV-2 (responsable de la COVID-19), se investigó su eficacia, pero el 10-4-2020, la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU) informó que no se podía usar ivermectina como tratamiento para COVID-19 en humanos, por los peligros que entrañaba (sarpullido, náuseas, vómitos, diarrea, dolor de estómago, hinchazón del rostro o extremidades, mareos, convulsiones, confusión, baja repentina de la presión arterial, sarpullido grave que puede requerir hospitalización, daño al hígado y disminución en el conteo de glóbulos blancos en sangre).

Impacto ambiental de la ivermectina
El principal problema de la ivermectina es su impacto ambiental, ya que los residuos que se vierten al medio terrestre son muy tóxicos. La ivermectina no se degrada fácilmente y, al administrarla por vía oral o intravenosa, una parte es asimilada y metabolizada en el organismo antes de ser excretada, y la otra parte no sufre cambios, siendo excretada a través de las heces, orina y leche.
Por este motivo, causa daño al medio ambiente, especialmente a los insectos coprófagos, ecosistema de pastizal y factores edáficos. La Agencia Química Europea (ECA) considera a la ivermectina como un fármaco de alta toxicidad, pese a su amplio uso en animales de producción (bovinos, caprinos, ovinos, porcinos), de compañía, como perros (no todas las razas) y en humanos, debido a su actividad contra parásitos internos (nematodos conocidos como gusanos o lombrices parásitas) y externos (artrópodos: pulgas, chinches, moscas y garrapatas) con efecto prolongado.

Los residuos de ivermectina que acaban en el medio ambiente permanecen activos, como mínimo, un mes más desde el momento en que cae en el campo (pueden permanecer en el estiércol y suelo hasta 340 días, y en el agua hasta 127 días), con el mismo poder letal para los artrópodos que para los parásitos intestinales. Esto provoca una disminución de las poblaciones de escarabajos, dípteros…, afecta al proceso de degradación de los excrementos (pérdida de fertilidad del suelo, mayor erosión) y contribuye a aumentar la emisión de gases de efecto invernadero. También los ecosistemas acuáticos están expuestos a contaminación local, debido a la excreción directa del ganado en aguas superficiales o por arrastre desde los pastizales. En resumen, altera la diversidad de especies en todos los niveles tróficos.
Esta bioacumulación tiene efectos más negativos de lo que se pensaba hasta la fecha, ya que estos niveles altamente tóxicos se trasladan a otros animales como los abejarucos, milanos negros, chovas, ginetas, meloncillos o zorros, que se alimentan de estos insectos. Es decir, pasa a los seres vivos que componen los eslabones de la cadena trófica y, por ende, al ser humano.
Todos estos impactos ambientales ha sido recogidos en una reciente investigación (2020) realizada por un equipo multidisciplinar de científicos de la Universidad de Alicante (UA), publicada en “Scientific Reports”, confirmando que la ivermectina, se bioacumula rápidamente en los tejidos de los insectos (responsables del reciclaje de la materia orgánica: los escarabajos peloteros…), aumentando su toxicidad y pasando a la cadena trófica.
En cuanto a su efecto en los humanos, la ivermectina se considera tóxica y su acumulación en carne y leche animal (al ser altamente liposoluble) puede representar un peligro para la salud, al consumir carne o subproductos tratados con dicho producto, por los efectos tóxicos producidos en el sistema nervioso, estado de coma e incluso la muerte, por lo que un periodo de retiro (el tiempo que transcurre entre la administración de un fármaco y el sacrificio del animal u ordeñe), es necesario y depende de la persistencia del fármaco, que en el caso de la ivermectina oscila entre 50 a 130 días.
Conclusiones
Hemos visto que la ivermectina causa un daño notable e imperceptible a la salud humana y a la biodiversidad, por lo que es imprescindible controlar su consumo y, sobre todo, evitar que llegue al suelo sin degradar.
El Centro Iberoamericano de la Biodiversidad (CIBIO) de la Universidad de Alicante recomendaba a los veterinarios y ganaderos el uso de la moxidectina (6 veces menos tóxica que la ivermectina, para los insectos responsables del reciclaje de la materia orgánica) como una alternativa para tener en cuenta en la desparasitación del ganado, en sustitución de la ivermectina y para evitar las graves consecuencias que tiene en la biodiversidad el uso de ésta.
Como conclusión final, diremos que es fundamental regular y vigilar el uso de la ivermectina, unido a estrategias de educación a los ganaderos y a la población en general, para evitar su uso indiscriminado y los consecuentes impactos en la salud y medioambiente, máxime cuando uno de los factores más importantes para la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) a la hora de regular y prohibir un compuesto es el hecho de que produzca bioacumulación en el cuerpo.
Algunas referencias bibliográficas:
Acevedo-Ramírez, P.M. y Torres-Gutiérrez, E., 2020, “Efectos ambientales de la Ivermectina: un medicamento propuesto para tratar COVID-19”, Revista “Nuestra Tierra”, Junio-2020.
Aparicio, J. M. y Paredes-Vanegas, V., 2012, “Impacto de la ivermectina sobre el ambiente”. Revista Científica “La Calera”, Vol.11. Nº. 17, p. 64 – 66 /diciembre 2011.
CSIC, 2020, “Demuestran cómo la ivermectina se bioacumula en insectos pudiendo propagarse al resto de animales de la cadena trófica”, 1-7-2020.
Ecoticias.com, 2020, “El antiparásito ivermectina se acumula en los insectos”, 3-7-2020.
Europa Press, 2020, “La UA trabaja en la efectividad del uso del antiparásito ivermectina contra el coronavirus”, 7-4-2020.
Ivermectina, Wikipedia.org.
© Cayetano Gutiérrez Pérez
(Catedrático Física y Química, Divulgador Científico, Escritor, y Conferenciante)
(disfrutalaciencia@gmail.com, @disfrutalacienc)