El 10 de noviembre de 1839 es una fecha generalmente ignorada para la mayoría de los profesionales y aficionados españoles a la fotografía. Sin embargo, con ella se marca el comienzo de su discurrir en España; una larga andadura de 192 años que con buen hacer y esfuerzo constante no ha estado exenta de importantes nombres y de notables consecuciones. Una historia ya larga de la que todos y, especialmente los que la practicamos, podemos y debemos sentirnos orgullosos.
Ciertos acontecimientos previos sucedían en Francia:
El 7 de enero, Francisco Aragó, eminente físico francés, miembro de la Academia de Ciencias y Artes de París, da conocimiento a sus colegas de la corporación de la existencia del Daguerrotipo. El día anterior, el periódico La Gazette de France anticipaba la noticia.
El 15 de enero, Louis Daguerre lleva a cabo una exhibición pública de 40 o 50 daguerrotipos que muestran sus logros.
El 5 de junio, se forma un comité de estudio compuesto por Aragó, Vitert y Paul Delaroche y con su informe, el 15 del mismo mes, el ministro del Interior Tannegui Duchatel presenta ante la Cámara de los Diputados un proyecto de ley que propone la cesión al Estado de la propiedad de los inventos de Daguerre a cambio de una pensión vitalicia para Daguerre y para Isidoro Niépce.
El 3 de julio Aragó, en nombre de la comisión, defiende el proyecto. Este discurso será publicado posteriormente por Daguerre (20 de Agosto).
El 7 de julio Daguerre realiza una exposición ante la Cámara de Diputados mostrando diversos daguerrotipos.
El 30 de Julio, la Cámara de los Pares, tras informe favorable de Joseph-Louis Gay-Lussac (1778-1850), decide comprar a Daguerre los procedimientos secretos de “pintura y física” correspondientes al Diorama y al Daguerrotipo a cambio de lo cual se concedía “una pensión vitalicia anual de 6.000 francos para el señor Daguerre y otra de 4.000 para el señor Niépce hijo” . Todo ello a condición de que Daguerre describiera completamente su proceso.
El 19 de agosto, Aragó da a conocer a la Academia de Ciencias y a la Academia de Bellas Artes, el procedimiento de Daguerre. A la sesión asistieron diversas personas venidas del extranjero: de Londres se trasladaron Jacobo Watt (1769-1848), Herschel y el francés Antoine François Jean Claudet (1797-1867). El editor y anticuario berlinés Sachse acudiría también. El inventor del telégrafo Samuel F. B. Morse (1791-1872), llegó de los Estados Unidos para registrar su invento y asistió al acto. El “New York Star” desplazó un enviado especial. Dos días después la prensa anunciaba la aparición de la primera edición del libro de Daguerre “Historique et Description des procedes du Daguerreotype et du Diorama». La primera edición de este manual fue la publicada por Susse Frères en París (14 Septiembre 1839); la firma Alphonse Giroux et Cie imprime la segunda versión (28 de Sep 1839). Ambas ediciones son rarísimas. La mas conocida es posterior a ambas. Hubo una publicación posterior, por el Gobierno francés, sobre los modos operatorios del daguerrotipo.
No había transcurrido mucho tiempo, solamente 48 días, desde que Francisco Aragó presentara el método de Daguerre a la Academia de Ciencias francesa, cuando, siguiendo estos acontecimientos en París y, enviando notas sobre ellos a la revista mensual “Museo de Familias”, se encontraba un médico y periodista liberal catalán que fue el introductor del daguerrotipo en nuestro país. Se trataba de Pedro Felipe Monlau y Roca (1808-1871), corresponsal en la capital gala de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, erudito con un amplísimo historial en diversos campos del saber: se dedicó a la psicología, el urbanismo y la literatura. Fue el introductor del higienismo en España, fundó el diario El Constitucional, el Semanario Popular de Ciencias y el diario El Popular. Fue Académico de la Lengua y dirigió el Museo Arqueológico de Madrid en la etapa 1867-68.
El grabador barcelonés Ramón Alabern y Moles, también se encontraba en París donde se había ejercitado en el grabado sobre acero y en la especialidad de los mapas geográficos.
Nuevamente el 17 de junio de 1839, Monlau comunicaba la decisión del Gobierno francés de poner el descubrimiento a disposición de todo el mundo, y el 6 de octubre asistía personalmente a una sesión de la Academia celebrada en Barcelona en la que, tras exhibir un daguerrotipo obtenido en Paris, con la iglesia de La Madelaine como tema, propondría la adquisición de uno de los aparatos fabricados por el inventor francés. Los presentes, asombrados por los resultados obtenidos, aprobaron por unanimidad la propuesta.
Una comisión compuesta por el propio Monlau y los académicos D. Tomás Mer y Serra y el famoso químico D. José Roura Estrada, quedó encargada de concretar la compra de la cámara y de los accesorios necesarios para la sensibilización y revelado de las planchas. No se limitaba su función a la gestión de adquisición sino a la organización de un completo programa de actos que servirían de adecuado marco al acontecimiento. Se quiso convertir la muestra del invento en un acto público y solemne, lo que según el eco obtenido en la prensa durante varias fechas posteriores parece que se logró ampliamente.
El equipo fue adquirido por una cantidad, en moneda francesa, equivalente a 1946 reales de vellón, por Alabern. Como todos los grabadores, estaba interesado en el procedimiento fotográfico y había sido discípulo de Daguerre, obteniendo personalmente la vista de la Madelaine antes citada. Los gastos fueron sufragados por los 14 miembros asistentes a la sesión de aprobación. La importación del equipo se realizó con rapidez, ya que el día 8 de noviembre aparecía en primera página de El Constitucional el anuncio de la presentación pública de la cámara y de la realización del primer daguerrotipo.
El cartel anunciador, que trataba de informar con todo detalle, no se limitaba a convocar un acto público ni a comunicar un tema dirigido únicamente al claustro académico, sino que divulgaba toda suerte de detalles relativos al procedimiento fotográfico y trataba de obtener la participación de la población en el acontecimiento. Tras el título “El Daguerrotipo” y, los datos de fecha y lugar a celebrarse, se pasaba a describir el aparato de Daguerre y se relataban las cinco operaciones básicas que el método requería para obtener las vistas deseadas. A continuación se especificaban los objetivos académicos de la sesión pública:
I.- Poner de manifiesto en todas sus partes el aparato de M. Daguerre y explicar sus usos.
II.- Practicar en presencia de todos los concurrentes las operaciones que se dejan apuntadas.
III.- Adjudicar al concurrente favorecido por la suerte la plancha sobre la cual se operará, puesta en su marco correspondiente, y que será la primera vista obtenida en España por el maravilloso proceder del daguerrotipo.
Se resaltaba a continuación que “los intermedios de las operaciones serán amenizados por las armoniosas tocatas de una banda de música militar” y, así tuvo lugar, con la presencia del Regimiento de Artillería de la plaza. El cartel se cerraba anunciando el tema objeto del daguerrotipo, la hora de comienzo (11 de la mañana), la duración prevista, sesenta o setenta minutos “según el estado de la atmósfera y la fuerza del sol”, y finalmente el modo de acceso para los que quisieran, al lugar en que se iba a emplazar la cámara para obtener la fotografía de “la Lonja y la hermosa manzana de la casa Xifré”. La “Llotja de Mar” y la casa Xifré, aun sin terminar en aquellos momentos, pero mostrando ya sus famosos porches, eran y son dos edificios emblemáticos de la Ciudad Condal lo que hacía del lugar elegido uno de los puntos mas representativos de la urbe y en aquellos momentos el escenario más moderno.
El punto de toma estaba situado en el terrado de una pequeña casa situada enfrente de la anterior, que se conserva en la actualidad, al que se accedía por la puerta nº 7 de la calle Castaños.
De cómo se desarrolló el acto o mejor dicho “el experimento”, la versión más fiel nos la ofrece el comentario aparecido en el Diario de Barcelona y firmado por Aben Abulema (Juan Cortada Sala) en su habitual crónica ciudadana de los lunes:
VARIEDADES:
Según se había anunciado, se sacó ayer la vista de la Lonja y de la casa Xifré por el método inventado por M. Daguerre.
El tiempo estaba nublado y ventoso; sin embargo, no impidió la ejecución.
El terradito de la casa destinada al objeto, estaba lleno de gente a las once y media y entre los concursantes había algunas señoras que ni eran saco de paja ni costal de trigo (sic).
Los señores Mer, Monlau y Roura se tomaban la molestia de explicar el uso del aparato que estaba de manifiesto y que manejaba el señor Alabern. Sus efectos se veían en una plancha en que estaba diseñada la vista de la plaza de la Magdalena de París.
Después de las operaciones anunciadas, a la una menos cuarto, se colocó en la cámara oscura y a la acción de la luz la plancha preparada por medio de las dichas operaciones.
A los veinte minutos, se sacaba de la cámara oscura y, expuesta al vapor de mercurio y quitada de ella la capa sensible por medio de las lociones con una solución salina y agua destilada en el estado de hervor, apareció limpia, brillante y grabada en ella, la hermosa vista que presentaba la cámara oscura. Comparada esa plancha con la traída de París, todos los concurrentes prefirieron la sacada ayer por haber quedado mejor marcada en ella y con más finura los objetos.
Aplaudimos en gran manera la idea de haber importado el aparato y el celo de algunos socios de la Academia de Ciencias Naturales y Artes que lo han adquirido y dado tan pronto conocimiento al publico de su existencia y de sus efectos.
De resultas de no haber salido el tiro de la primera carabina que se quiso disparar como anuncio de la operación, algunos temieron que eso fuese de mal agüero pero, gracias a la misericordia de Alá, no sucedió así. La plancha se rifará entre los concurrentes que tomaron billetes. Ruego a Dios, lectores míos, que salga premiado el número 93 que es el que tiene
Aben Abulema
Concretamente, la preparación de la placa, pulido y sensibilización, comenzó a las 12 de la mañana y, terminada esta operación, a las 12,45, fue colocada en la cámara comenzando así la exposición que se prolongó durante 22 minutos. El citado disparo de una carabina serviría de señal para que la gente se retirara de los balcones ya que según las gacetillas distribuidas “si algún espectador se desentiende de este ruego, quedará indeleblemente marcada en la plancha la prueba de su indocilidad”. El final de la exposición de la placa fue coronado con otro disparo, esta vez sin fallos, que restablecía la normalidad.
El acto supuso todo un acontecimiento en la Barcelona de aquellos tiempos. Hay constancia de la presencia de las primeras autoridades de la ciudad, hombres de ciencia y artistas.
Los billetes de la rifa se vendieron, al precio de seis reales de vellón. El acto del sorteo tuvo lugar en la sede de la Academia, a las 12 horas del día 14, correspondiendo la adjudicación al nº 56. Se ignora el nombre de la persona agraciada y el destino de este primer daguerrotipo español que tan sólo por su importancia histórica sería hoy una pieza de extraordinario valor. Con él, desapareció la constancia material del hecho.
El 20 de noviembre, Alabern comenzó a impartir en la Academia conocimientos prácticos sobre el procedimiento, ya que la sesión del día 10 había estado concebida “para que sirviera de estímulo a las lecciones prácticas”. En el curso se inscribieron inicialmente cuatro personas, pero se tiene constancia que asistieron regularmente siete alumnos.
Pronto aparecieron en los periódicos locales Diario de Barcelona, El Constitucional y El Guardián Nacional, anuncios con la siguiente redacción:
“Los señores Bianchi, ingeniero óptico, en Toulouse, calle de la Pomme, 73 y en Prís, calle del Coq Saint Honoré, 11, tienen el honor de anunciar que proporcionarán el Daguerrotipo completo por el precio de 350 francos, con la instrucción impresa que acompaña el aparato y que facilita a toda persona el poder ejecutar sin dificultad los admirables diseños tan generalmente conocidos en el día. Las personas que gusten hacer demanda, se servirán dirigirlas francas como también las remesas del importe.”
La cámara empleada, conservada actualmente en la Academia de Ciencias, es una de las primeras construidas por Daguerre, concretamente por su suegro Giroux y pertenece al tipo de cajón deslizante. El objetivo es un simple menisco acromático de una abertura aproximada a f/14, probablemente fabricado por Chevalier. En ella, y una vez encuadrado el tema en el vidrio esmerilado, se consigue el enfoque simplemente desplazando el semi-cuerpo posterior. La visión se ve favorecida por un espejo trasero a 45º que recupera la primera inversión debida a la lente.
El aparato tiene unas dimensiones exteriores de 51,5 cm de largo por 37,5 cm de anchura y 31 cm. de alto. Es la nº 178 de las fabricadas por Giroux y se encuentra en la actualidad en perfecto estado de funcionamiento y conservación. En el costado izquierdo aparece su autenticación en una placa metálica ovalada en la que figura la inscripción “Aucun Appareil n’est garanti s’il ne porte la Sign. M. DAGUERRE et el Cachet de M. GIROUX”. Junto a la firma de Daguerre y el numero de la cámara, está la inscripción “LE DAGUERREOTYPE EXECUTÉ sous la Direction de son Auteur” y debajo “á Paris, chez Alph. Giroux et C., Rue du Coq S. Honoré, nº 7”. Junto a la placa existe el citado sello de lacre rojo con la inscripción a presión “DAGUERREOTYPE.1839. ALPH. GIROUX”.
El objetivo está situado en una gran montura de latón que incorpora una tapa giratoria a guillotina que actúa como obturador manual. En su parte frontal aparece nuevamente la inscripción “LE DAGUERREOTYPE. Chez Alph. GIROUX et Comp. Paris”. El aparato carece de diafragma, aunque la placa delantera de la montura realiza primitivamente esta función. El formato de la plancha es de 165 x 216 mm (6,5 x 8,5).
Ignoramos el uso que en su época se dio a este aparato, aunque es de suponer que fuera también empleado en las prácticas citadas impartidas por Alabern y que la Academia realizara diversas experiencias con él. En cualquier caso, digamos que ha llegado a nuestros días en buen estado gracias al celo de la institución propietaria, consciente de su importancia y valor.
En Madrid, se realiza el primer daguerrotipo el 18 del mismo mes, siendo la iniciativa a Juan M. Pou, Joaquín Hysern, José Camps, todos de origen catalán y Mariano de la Paz Graells, logroñés de nacimiento. La imagen tomada fue el Palacio Real desde la otra orilla del río Manzanares. La placa fue expuesta públicamente en la Lonja de los Alemanes de la calle Montera. La experiencia realizada en Madrid hay que considerarla totalmente independiente de la de Barcelona, pues no se tuvo noticia de ella hasta dos días después en la que fue difundida por la prensa madrileña. Por desgracia, este daguerrotipo se destruyó accidentalmente en 1978, en la Facultad de Farmacia de Madrid. En primer lugar. victima de una rotura de cañerías y finalmente por un desmoronamiento.
Hoy por hoy, el daguerrotipo original más antiguo que se conserva en España, guardado en el Museo de Arte Moderno de Tarragona, fue realizado en 1848. La vista intenta reproducir la primera imagen, pero la casa representada es la de Vidal-Cuadras, vecina de Xifré, de la que solo se ve del lado opuesto al de la toma de Alabern. Un daguerrotipo algo más antiguo, una vista de las azoteas de Cádiz, fechado en 1840, se custodia en el Museo Paul Getty de Los Ángeles (California).
Desde 1842 la publicación “La España pintoresca” incluyó grabados procedentes de daguerrotipos. Es una obra colosal en la que colaboraron grabadores como Ramón Alabern, Antonio Roca y Ramón Sáez, e ilustradores como Rigalt y Puig-Garí. Un joven Francesc Pi i Margall compuso el texto de la introducción de la obra. En ella se daba cuenta de los mas destacados monumentos históricos de España.
Sabemos pues que el primer fotógrafo de la Península Ibérica fue Ramón Alabern y Moles. Una oleada de entusiastas surgió inmediatamente, entre los que abundaban artistas y científicos. De forma paralela, se produce la llegada de profesionales extranjeros que abren sus estudios en nuestras ciudades o cubren rutas itinerantes contribuyendo unos y otros al adelanto y progreso de la fotografía española.
También han surgido competencias todas ellas carentes de prueba definitiva sobre la identificación del primer fotógrafo español con historias curiosas de personajes también dudosos, anteriores al propio Daguerre, que carecen de suficiente acreditación y no son considerables hoy por hoy para esta atribución. Nos parece indiscutible el acto de Barcelona y la autoría de Alabern. Tampoco creemos incluible en este tema la supuesta condición de franc-masones de algunos partícipes ni la relación de los lugares elegidos con dicha condición. Nuestro propósito es simplemente histórico-fotográfico.
Nadie hoy pone en duda la autoría del proceso en las figuras de Niepce como inventor y Daguerre como persona que lo hizo viable y útil. Y es bueno recordar como se inició en España, con una imagen de la Barcelona decimonónica. El mérito descansa en la Academia de Ciencias y Artes de Barcelona y en las figuras de Monlau y Alabern.
Las aplicaciones de la fotografía a la totalidad de las artes y ciencias, actuando como poderoso auxiliar, la han convertido en el invento mas importante de los tiempos modernos solo mejorado por la imprenta.
La fotografía supuso un cambio en nuestra forma de ver la vida, el arte y la historia, por no hablar de la aplicación, ya desde los primeros momentos del invento, a la ciencia y su investigación. La microscopía, la arquitectura, los viajes, el mundo submarino, la astronomía, la medicina, la historia y tantas otras facetas mostraron su extraordinario poder documental. Y tristemente, Roger Fenton en Crimea y Mathew B. Brady en la Guerra de Secesión norteamericana, respectivamente, tuvieron el amargo honor de ser los primeros corresponsales gráficos de guerra. Por su extraordinario poder de difusión se llamó merecidamente al invento el “Espejo con memoria”.
Pero no todo es conformidad ni nadie ve de la misma forma los valores. Como prueba pintoresca de ello no dudo en transcribir literalmente el relato de una nota anecdótica (Rev. Rambla 2013):
<<Ante la presentación del invento de la fotografía en París por Daguerre, un católico y chauvinista periodista alemán escribió en el “Der Leipziger Stadtanzeiger”:
“El deseo de captar los reflejos evanescentes no es sólo una cosa imposible, tal y como ha quedado probado tras una investigación alemana concienzuda, sino que desearlo meramente es ya una blasfemia. El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, y ninguna máquina humana puede fijar la imagen divina. A lo sumo podrá el artista divino, entusiasmado por una inspiración celestial, atreverse a reproducir, en un instante de bendición suprema, bajo el alto mandato de su genio, sin ayuda de maquinaria alguna, los rasgos humano-divinos. ¿Es posible que Dios haya abandonado sus principios eternos y permita a un francés, en París, dar al mundo una invención del Diablo?”>>. Creemos que no merece comentario.
Hasta aquí el relato de aquella jornada histórica y de las circunstancias que la rodearon. Una placa colocada en 1975, recuerda el lugar del hecho y en algunas ocasiones se ha rememorado el acontecimiento a manos de articulistas y de actos públicos programados por la veterana Agrupación Fotográfica de Cataluña con la colaboración del Ayuntamiento de Barcelona.
Pero al margen de ello creemos que en general no se ha sabido mantener actual el recuerdo de este acontecimiento, ni incorpo-rado de forma permanente a la larga lista de hechos notables de los que la ciudad ha sido protagonista. Por razones que nos parecen triviales, se han elegido otras fechas para la realización de masivos concursos o de extrañas celebraciones fotográficas, olvidando que fue un 10 de noviembre de 1839, cuando un hombre con un rudimentario aparato en un día “nublado y ventoso” fue capaz de aglutinar todo el interés ciudadano y de conseguir la entusiasta presencia de las gentes alrededor de la naciente fotografía. Una efeméride que podría ser objeto anualmente, creemos, de una celebración que englobara la más amplia gama de actividades fotográficas. Sin olvidar que, a la vez, constituye un acontecimiento para toda España.
(*) GERARDO ACEREDA VALDÉS, nacido en Barcelona en 1942, se inicia como escritor en el campo de la fotografía y particularmente en la historia de la fotografía en España. Es autor de diversas monografías, entre las que destacan: «1890-1990. Un siglo de cámaras españolas», «Anaca: el triunfo del ingenio», «Diccionario Multilingüe de términos fotográficos para coleccionistas», «La Linterna Mágica», y coautor de «Fotografía en la Región de Murcia». Miembro de la Sociedad Europea de Historiadores de la Fotografía y de Photographic Historical Society of New England Inc, ha colaborado en: «Magazin Foto Sistema», de la que fue Redactor Jefe y Director, y también en «Foto Video Actualidad», «Boletín de la AFC», «Photographica World» y «Ciclope».
BIBLIOGRAFÍA:
–“La fotografía en España hasta 1900”. Ministerio de Cultura. Biblioteca Nacional.
-“Historia de la fotografía”. H. Alsina Munné.
– “Catálogo del Salón de la Agrupación Fotográfica de Cataluña. 1975.
-“Catálogo del Salón de Navidad 1939. Exposición Centenario de la Fotografía.
-“Agrupación Fotográfica de Cataluña. Barcelona 1939. “La primera fotografía en España” Josep Demestres.
-Boletín A. F. C. diciembre 1975. “136 años de Fotografía en España”. J. Roig Espinosa.
– “La Vanguardia” (24-2-80). “La primera foto en España”. Artículo de J. Baldo-má.
-“La primera fotografía realizada en España. Xataca foto.
https://www.xatakafoto.com/opinion/la-primera-fotografia-realizada-en-espana
-Revista Rambla. 12 de septiembre 2013. La primera fotografía hecha en España. Javier Coria. https://www.revistarambla.com/la-primera-fotografia-hecha-en-espana/