Según la NASA, el calentamiento provocado por la emisión de gases de efecto invernadero es seis veces mayor que el enfriamiento correspondiente a décadas de un Gran Mínimo Solar prolongado; este organismo sostiene que el efecto del ser humano en el calentamiento del planeta es tan potente que incluso si ese Gran Mínimo Solar durase un siglo, la temperatura global de la Tierra continuaría elevándose.
En la actualidad, estamos inmersos en una grave crisis climática de origen antropogénico (generada por los humanos) cuyas peligrosas consecuencias afectarán ambiental, social, económica y políticamente a toda la Humanidad. Pero antes del actual calentamiento global, en los últimos 2.000 años, se han producido varias anomalías climáticas importantes que han destacado por la bajada importante de las temperaturas.
La primera bajada significativa de las temperaturas tuvo lugar en los siglos VI y VII, cuando se produjo una pequeña edad de hielo, en Europa y Asia, bajando la temperatura hasta 4 °C en verano. Esta época de frío intenso se denomina LALIA, por sus siglas en inglés (Pequeña Edad de Hielo de la Antigüedad Tardía), y fue el enfriamiento más drástico en el hemisferio norte de los últimos 2.000 años, según el científico del Instituto Federal Suizo de Investigación, Ulf Büntgen.
Un estudio publicado en Nature en 2015, determinó las erupciones volcánicas de los últimos 2.500 millones de años midiendo la ceniza volcánica atrapada en cilindros de hielo extraídos en los polos. Dichas cenizas emitidas por los volcanes provocaron una bajada de temperatura por su capacidad de reflejar la radiación solar. Los efectos de las erupciones volcánicas se vieron reforzados por la coincidencia en el siglo VI de un mínimo solar (escasa radiación solar).
La segunda disminución drástica de temperaturas tuvo lugar entre los siglos XVI y XVII, y es conocida como Pequeña Edad de Hielo, que fue el último gran cambio climático mundial previo al actual calentamiento global, según explican J. J. González Trueba, R. Martín Moreno y E. Serrano en su trabajo El glaciarismo de la Pequeña Edad de Hielo en las montañas ibéricas. Esta crisis climática provocó un gran cambio social, económico, político y cultural.
Las causas de este período de frío fueron la menor producción de radiación solar y un aumento en la actividad volcánica. El Sol emitió menos calor y este mínimo de radiación solar, que tuvo lugar entre 1645 y 1715, recibió el nombre de “Mínimo de Maunder”, algo que sucede cuando el Sol presenta menos manchas solares. Además, la Tierra experimentó, a lo largo de ese período, una intensa actividad volcánica, cuyas emisiones de gas y cenizas disminuyeron la radiación solar que llegaba a la superficie terrestre.
Esta Pequeña Edad del Hielo también originó transformaciones económicas y culturales, ya que la Humanidad fue resiliente y se adaptó, según afirma Mariano Barriendos, profesor del departamento de historia y arqueología de la Universitat de Barcelona e investigador de la historia del clima. Hubo una gran transformación estructural de la agricultura, con nuevas especies y una producción no ya destinada a la subsistencia sino para vender en los mercados, y no sólo los locales, según el investigador.
Las temperaturas disminuyeron en toda Europa 2 °C, y en España hubo frecuentes inundaciones seguidas de largas sequías, nevadas intensas y un aumento del frío en muchas ciudades españolas.
Desde el siglo XIX, estamos saliendo del período más frío de los últimos 12.000 años en Europa. Por eso, en los últimos tiempos se ha especulado con que el planeta pudiera tener que enfrentarse a una Segunda Pequeña Edad de Hielo, pero los científicos de la NASA lo han desmentido rotundamente: “aunque se da alguna de las condiciones para que sucediese de nuevo, no se espera, ni mucho menos, una glaciación inminente en la Tierra”.
Según la NASA, en las próximas décadas, el Sol va a emitir menos energía que ahora, y, en un artículo fechado en mayo de 2020, explica que «un nuevo Gran Mínimo Solar serviría solo para contrarrestar unos pocos años el calentamiento climático ocasionado por la actividad humana». Es decir, «el calentamiento provocado por la emisión de gases de efecto invernadero es seis veces mayor que el enfriamiento correspondiente a décadas de un Gran Mínimo Solar prolongado». La NASA mantiene que el efecto del ser humano en el calentamiento del planeta es tan potente que incluso si ese Gran Mínimo Solar durara un siglo, la temperatura global de la Tierra continuaría elevándose.
La tercera disminución drástica de temperaturas tuvo lugar en el año 1816, conocido como el año sin verano. El 5 y el 10 de abril de 1815, el volcán Tambora, de Sumbawa (Indonesia), entró repentinamente en erupción, arrojando a la atmósfera grandes cantidades de polvo, cenizas y dióxido de azufre. Más de 12.000 personas murieron en las primeras 24 horas y otras 75.000 murieron después por hambre y enfermedad. Las fuertes corrientes de viento las arrastraron hacia el oeste, dando la vuelta a la tierra en dos semanas. Dos meses más tarde, estaban en el Polo Norte y el Polo Sur. En el verano de 1816, un velo casi invisible de cenizas cubría el planeta, y ese manto traslúcido reflejó la luz del sol, enfriando la Tierra, lo que produjo tres años de enfriamiento planetario, con pérdida de cosechas, hambruna, enfermedades, y un declive económico en toda Europa y América del Norte. En España las temperaturas bajaron entre 2 y 3 °C. Las precipitaciones fueron excepcionalmente abundantes en agosto, un mes en general seco. El frío y la humedad dañaron cosechas por todo el país.
Dado que estas erupciones volcánicas gigantes se repiten periódicamente, tarde o temprano habrá otra erupción similar, que provocará efectos parecidos, según señala el profesor Brian Fagan, catedrático emérito de Antropología en la Universidad de California.
Como conclusión final, diremos que el abuso, nunca antes visto, de la naturaleza que ha hecho y sigue haciendo la raza humana, ya está pasando factura, pero, por desgracia, lo peor está por llegar y no será una pandemia como la COVID19, que ha provocado la muerte de más de 3,8 millones de personas, hasta la fecha, sino el calentamiento global.
Por eso, el argumento esgrimido por los negacionistas del cambio climático de que este no existe y vamos a una nueva glaciación es falsa, ya que las consecuencias de la enorme emisión de gases de efecto invernadero de los humanos es seis veces mayor que el enfriamiento correspondiente a décadas de un Gran Mínimo Solar prolongado, según mantiene la NASA.
Algunas referencias bibliográficas:
ABC, 2018, “Así fue 1816, «el año sin verano»”, ABC, 19-3-2018.
Badia, F., 2019, “Cómo superó la humanidad la anterior crisis climática”, La Vanguardia, 15-12-2019.
Criado, M. Á., 2016, “Una pequeña edad de hielo pudo cambiar la historia de la Antigüedad”, El País, 8-2-2016.
Fagan, B., 2016, “El año sin verano”, El País, 12-6-2016.
Martínez, S., 2021, “La Pequeña Edad de Hielo, la última vez que la Tierra se enfrió más de la cuenta”, elDiario.es, 11-1-2021.
© Cayetano Gutiérrez Pérez
(Catedrático de Física y Química, Divulgador Científico, Escritor, y Conferenciante)
(disfrutalaciencia@gmail.com, @disfrutalacienc)