“…… los científicos deben asumir, creo yo, una responsabilidad en relación con el empleo tecnológico de las innovaciones científicas. En mi opinión, el científico no cumple apropiadamente su deber respecto a las consecuencias sociales de su propio trabajo si se comporta con altivez o se arroga enjuiciamientos morales o sociales que constituyen un derecho de todo ciudadano. Pienso que los científicos deben contraer hoy en día una nueva obligación que acrecienta y extiende su proverbial responsabilidad respecto a la erudición y la enseñanza. Tenemos el deber de informar, e informar con arreglo a los tradicionales principios de la ciencia, teniendo presentes todos los datos e interpretaciones relevantes. Ésta es una obligación tácita para con la sociedad; no tenemos ningún derecho a retener información con respecto a nuestros conciudadanos, ni a matizar su significado con nuestras propias ideas sociales.
Los científicos no pueden alcanzar ese objeto por sí solos, pues, a pesar de su tradición como disciplina independiente, la ciencia es un estamento integrado en la sociedad. En ese aspecto, la defensa de la integridad científica es tarea de cada ciudadano. Y también en ese aspecto, el destino de la ciencia como sistema indagatorio objetivo y, por ende, apto para orientar concienzudamente la vida del hombre sobre la Tierra quedará definido por la tendencia social. Así pues, tanto la percepción de los graves problemas sociales planteados por el nuevo conocimiento científico como las medidas políticas requeridas para su solución son un asunto de moralidad pública”.
(Barry Commorer (1917-2012) Biólogo. Dirigió el Centro de Biología de la Universidad de Washington. Autor, entre otros libros, de “Ciencia y supervivencia”).