Pacientes trasplantados de hígado e infectados además por COVID-19 han visto sus posibilidades de supervivencia no disminuidas sino aumentadas, para sorpresa de todos, según el mayor estudio en pacientes inmunosuprimidos con COVID-19 hecho hasta el momento.
Los pacientes fueron seleccionados durante la fase ascendente de la epidemia de COVID-19 en España, entre el 28 de Febrero y el 7 de Abril del 2020. Durante ese pico de la pandemia en España, 111 pacientes con trasplante hepático sufrieron la enfermedad Covid-19. Publicada en Journal of Hepatology, referencia mundial en su campo, la Investigación abarcó 22 centros de trasplante españoles y pudo establecer una comparación con la población general infectada por SARS-CoV 2 en el mismo período. Conclusión: los pacientes trasplantados de hígado tienen más posibilidades de infectarse con el COVID-19, pero menos de morir por ello, que la población general también infectada. La investigación fue una iniciativa de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Trasplante Hepático (SETH) que incluye 22 centros de trasplante españoles y cuyo presidente, José Antonio Pons, fue el coordinador del estudio.
Adelantos—¿Significa que pacientes con su sistema inmunitario “rebajado” eran más resistentes al COVID-19 que la población general?
José Antonio Pons —Los hallazgos de nuestro estudio reflejan que los pacientes con defensas bajas (inmunosuprimidos) como son los pacientes con trasplante hepático sufren el COVID-19 con una gravedad menor y por tanto fallecen menos que los pacientes de la población general afectada por el virus SARS-COV 2, causante de la enfermedad COVID-19. Este hallazgo hace suponer, como hipótesis, que los pacientes inmunosuprimidos (al menos los trasplantados hepáticos) son más resistentes a la enfermedad COVID-19.
—Ese efecto ¿puede explicarse en todos los casos por una actividad antiviral de los inmunosupresores?
—Algunos de los fármacos inmunosupresores (especialmente tacrolimus y ciclosporina) tienen un efecto antiviral, demostrado en experimentos “in vitro”. Pero, posiblemente, el mayor efecto lo tienen al suprimir la llamada “tormenta de citoquinas”, impidiendo una respuesta masiva contra el virus del COVID-19, que podría dañar tejidos tan importantes como el pulmón, el corazón o el cerebro.
—¿Se observaron diferencias según edades o sexo de los pacientes?
—La enfermedad se presentó con más frecuencia en hombres (71%) con una edad media de 65 años y edades similares entre hombres y mujeres. En la población general, era alrededor de 59% con igualdad entre hombres y mujeres durante el periodo estudiado, entre finales de marzo y principios de abril del 2020. Este hecho puede explicarse porque la mayoría de los pacientes con trasplante hepático son hombres y de edades cercanas a los 60 años.
“Más del 50% de pacientes con el virus SARS-COV2 no genera la misma respuesta inmunitaria exagerada que el resto, y no hay una explicación clara”
—¿No resulta contradictorio que un organismo con menos defensas, por los inmunodepresores, parezca ofrecer “más” resistencia a un virus como ése?
—Este hecho se explica por la capacidad antiviral y de supresión de la tormenta de citoquinas que tiene los inmunosupresores, como comenté antes. De hecho, actualmente el fármaco más eficaz es un inmunosupresor, la dexametasona, que impediría la tormenta citoquínica. Esta tormenta es la producción de unas sustancias llamadas citoquinas, producidas por nuestras defensas (linfocitos), para atacar al virus. El problema es que, cuando se producen en gran cantidad, dañan nuestro organismo. Precisamente los inmunosupresores modulan esa producción impidiendo que la enfermedad se haga mas grave.
—¿Hasta qué punto fue una sorpresa para ustedes, los investigadores, encontrarse con esos resultados?
—Fue una sorpresa, ya que nos esperábamos lo contrario. Sin embargo, pudimos explicar la menor mortalidad con las razones expuestas anteriormente. Posteriormente, otros estudios realizados en Europa y Estados unidos han confirmado nuestros hallazgos.
—Este descubrimiento ¿pone en tela de juicio el papel de nuestro propio sistema inmunitario ante el COVID-19?
—No es que ponga en tela de juicio nuestro sistema inmunitario, es que ciertos virus como el SARS-COV 2 generan en algunos pacientes una respuesta inmunitaria exagerada. Del mismo modo, a más del 50% de las personas que adquieren el COVID-19, no les produce síntomas, que son los pacientes llamados “asintomáticos”. Esta curiosidad no podemos explicarla de forma clara. Posiblemente dependa de la carga de virus que entra en nuestro organismo y de nuestra genética, que no conocemos a fondo. Este es el misterio del cuerpo humano y de la medicina.
—¿Qué enseñanza puede extraerse de esta investigación para la lucha contra este virus específico?
—Fundamentalmente, que los pacientes con defensas bajas, especialmente los trasplantados, deben tener aún más precauciones, dado que se infectan con más facilidad. Pero que no deben temer a una enfermedad más grave como uno podría suponer ”a priori”, pues la enfermedad parece menos grave que en la población en general.
—¿Y para el futuro de los trasplantes (hepáticos u otros)?
—Los trasplantes actualmente ya requieren la realización de la prueba COVID, tanto al donante como al receptor, antes del trasplante. Ya se han establecido protocolos que hacen que los trasplantes puedan realizarse con garantías de seguridad para los pacientes y todo ello garantizado por instituciones como la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) o nuestra propia organización, la Sociedad Española de Trasplante Hepático (SETH). Los pacientes pueden estar tranquilos de que todo se hace bajo las más estrictas normas de seguridad.