La exposición al ruido es un problema emergente en la población general y más aún en adolescentes y adultos jóvenes. Las fuentes generadoras de sonido de alta intensidad o ruido son diversas. La contaminación acústica por el tráfico de las ciudades, la escucha de música a elevada intensidad, los trabajos con maquinaria ruidosa o el ocio nocturno.
Ello hace que sea un problema difícil de cuantificar, ya que el origen es múltiple. A pesar de ello, hay numerosos estudios en los que de forma rotunda se atribuye el incremento de pérdida de audición de la sociedad a todas estas causas.
Afecta en igual medida a adolescentes y a personas adultas, con la salvedad de que los primeros, al tener mayor esperanza de vida, van a tener más años de exposición y con ello mayor pérdida auditiva con un comienzo más precoz.
El 2 de Marzo de 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó de que “más de 1000 millones de personas con edades comprendidas entre los 12 y los 35 años corren el riesgo de perder la audición debido a la exposición prolongada y excesiva a música fuerte y otros sonidos recreativos”. Tras esta publicación, la OMS ha fijado unas nuevas recomendaciones para tratar de limitar la pérdida de audición, entre ellas, aconseja “un nivel sonoro medio máximo de 100 decibelios” en lugares y recintos de entretenimiento; “entrega al público de protección auditiva personal” y “el acceso a zonas silenciosas, para que los oídos descansen y disminuir así el daño auditivo”.
La OMS recomienda en recintos de entretenimiento un máximo de 100 decibelios y acceso a zonas silenciosas para descanso de los oídos
El problema de la exposición a estos sonidos no sólo viene dado por la intensidad (decibelios), sino también por el tiempo de exposición. No deberíamos exponernos más de 1 hora seguida a niveles de intensidad elevada, ya no sólo en recintos cerrados, también al escuchar música con nuestros dispositivos.
El daño que se produce es a nivel del oído interno, dentro de la cóclea y más concretamente en las células ciliadas, cuyo funcionamiento es vital para que la señal sonora llegue correctamente a nuestro cerebro.
El problema del smartphone es el uso continuado y con intensidad elevada
Las consecuencias de la exposición al sonido de elevada intensidad serían a medio y largo plazo. A corto plazo, si es muy intenso, se produce un trauma sonoro agudo, que, en mayor o menor medida todos hemos experimentado. Lo que produce es una pérdida de audición junto con un pitido desagradable (acúfeno), generalmente de forma transitoria tras la exposición, como, por ejemplo, tras una noche de fiesta en un local con música muy elevada. En general, esta pérdida es reversible. El problema está cuando la exposición se realiza de forma repetida, lo que desembocará, sin ninguna duda, en una pérdida de audición irreversible.
En cuanto a los niveles de intensidad sonora perjudiciales, podemos decir que, a partir de 80 dB de forma mantenida, podrían ser perjudiciales. En la actualidad, muchos de los dispositivos de uso personal (smartphones) marcan el nivel nocivo en rojo a partir del cual no sería recomendable subir el volumen.
La escucha de forma puntual no suele ser un problema, si no es de forma repetida y mantenida, como por ejemplo en determinadas profesiones. En los puestos donde se supere dicho nivel sonoro, los empleadores tienen que facilitar equipos de protección individual (EPIs) para disminuir el riesgo de traumatismo sonoro crónico. Todo ello está redactado en el Real Decreto 286/2006, de 10 de marzo, sobre la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores contra los riesgos relacionados.
Los empleadores tienen que facilitar equipos de protección individual contra el traumatismo sonoro crónico, según un Real Decreto
Es cierto que todos los avances tecnológicos han llegado para quedarse, y más aún los smartphones; es por ello que no quiero alertar de su uso. No hay ningún problema, si los utilizamos para escuchar música a una intensidad no elevada. El problema es el uso continuado y con una intensidad elevada. Es relativamente frecuente ir en transporte público y ser capaces de oír lo que está escuchando la persona que tenemos al lado, ese nivel de intensidad, podemos asegurar, que no es inocuo para su audición.