Auspiciado por el Consejo Europeo de Investigación, un proyecto interuniversitario ha descubierto, trabajando en antiquísimos cementerios de la costa de Brasil, profundas reorganizaciones sociales como consecuencia de un importante cambio en el nivel del mar que produjo, entre otros efectos, las primeras evidencias de violencia intergrupal.
Nuestra relación con el ambiente marino tiene raíces profundas, y actualmente sus implicaciones son más importantes que nunca. A lo largo de la historia humana, el espacio en el que la humanidad vivió y prosperó siempre ha sido alterado de alguna manera para lograr objetivos específicos y satisfacer necesidades primarias. El cobijo, los recursos alimentarios y la conmemoración de los muertos son algunas de las necesidades más comunes que empujaron a hombres y mujeres del pasado a moldear el paisaje y el entorno que les rodea de muy diversas formas.
Sin embargo, aún sabemos poco sobre cómo nuestros ancestros han transformado el entorno en el que vivían, y cómo transformaciones en estos ambientes han impactado formas de organización sociales. Este tema es abordado por una rama de la arqueología llamada Arqueología Ambiental y, a menudo, se cruza con otras disciplinas como la Ecología Histórica, que están tratando de comprender mejor qué impacto tuvo las sociedades en el medio ambiente y qué se puede aprender de esto para nuestro futuro compartido en este planeta.
Para contestar a este reto científico, en 2019 ha empezado en la Universidad Autónoma de Barcelona y en la University of York el proyecto TRADITION, financiado por el Consejo Europeo de Investigación (ERC). TRADITION investiga las trayectorias sociales y ecológicas de la pesca en la costa Atlántica de América del Sur, desde la Prehistoria hasta los días actuales.
Pescado y conchas como ajuar funerario
En un estudio reciente, hemos analizado la dieta de más de 300 individuos humanos excavados en sitios arqueológicos en la costa sur de Brasil. La mayoría de estos sitios son cementerios colectivos construidos por grupos de pescadores-horticultores que florecieron en esta región hace entre 7000 y 1000 años. Miles de sitios ya han sido registrados por los arqueólogos, que suelen encontrar cientos de entierros humanos, cuidadosamente depositados entre enormes cantidades de pescado y conchas que se consumían y usaban como ajuar funerario en los rituales funerarios. Estos sitios, llamados sambaqui, son impresionantes y pueden alcanzar dimensiones realmente notables.
Los resultados de este estudio mostraron una fuerte disminución en la frecuencia de sitios arqueológicos desde hace 2000 años, que coincidió con una importante reorganización de los ambientes costeros en respuesta al cambio del nivel del mar. El descenso del nivel del mar provocó la disminución de grandes ambientes lagunares, que proporcionaban hasta entonces el sustento a grandes comunidades a través de la pesca y extracción de moluscos.
Disolución de grandes comunidades
La disminución de ambientes lagunares ocasionó un punto de inflexión en la disponibilidad de recursos marinos (peces, moluscos), comprometiendo la sustentabilidad económica de grandes comunidades. Observamos una disminución del número de sitios arqueológicos, que interpretamos como la disolución de grandes comunidades en grupos menores o familiares, con mayor capacidad de adaptación. Coincidentemente, documentamos un aumento de la pesca de especies de alto nivel trófico, incluidos tiburones y rayas. Es posible, por lo tanto, que estos grupos estuvieran colonizando nichos ecológicos hasta entonces poco utilizados, como áreas de mar abierto. Esto implicaría el inicio de una pesca de mayor riesgo, socialmente más selectiva y especializada, y que requiere una organización social distinta de la anterior.
Creemos que estamos ante un cambio fundamental en la organización de las actividades de pesca y de las relaciones sociales como un todo: la transición de una pesca comunitaria en lagunas, con un nivel de distribución de recursos mayores entre grupos, a una pesca más familiar o de pequeños grupos, más territorial, con un menor vínculo intergrupal y una distribución más limitada de los productos de la pesca. De hecho, observamos en estos momentos las primeras evidencias de violencia intergrupal, implicando menor cohesión social. Este estudio por lo tanto revela que las sociedades costeras resilientes, que prosperaron durante milenios, también eran vulnerables al impacto ambiental, que no solo afectó su subsistencia, sino también su modo de cooperar e interactuar entre ellos.
DEL CAMPO AL LABORATORIO
Una vez que el material fundamental ha llegado al laboratorio, empieza la primera parte de la limpieza, con una llama cortante para quitar los primeros milímetros de la superficie del hueso (es lo que la autora está haciendo en la primera foto que ilustra este artículo) ya que estuvieron en contacto con el suelo millares de años, y podrían haberse adherido otros contaminantes.
En la ciudad de Joinville, Estado de Santa Catarina, en Brasil, hemos reanalizado uno de los concheros, llamado Morro do Ouro (foto 2). Toda esta estructura, que parece una colina, consta de varios estratos de conchas y sepulturas humanas; el sitio fue utilizado durante varios siglos y su datación lo sitúa ca. de 4000 años antes del presente.
En la foto 3, el director de la investigación, André Colonese (a la izquierda) registra, junto a otro especialista, el perfil del conchero Morro do Ouro durante la ultima excavación, en 2019. El objetivo básico, al registrar todo el perfil, era entender mejor la formación del conchero y los estratos que forman parte de él. (AMT)