Palomares: calor en la guerra fría

por | Ene 13, 2015 | Tierra, mar y aire, EFEMÉRIDES, Historia


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El lunes 17 de enero de 1966, a las 10:22 AM, dos aviones militares norteamericanos estallaron en el aire durante la operación de repostaje sobre la costa de Palomares, Almería. Uno de ellos, un bombardero B52 cargado con bombas atómicas, sobrevolaba el perímetro de la Unión Soviética como medida de presión en la Guerra Fría.


Por RAFAEL HORTAL

Palomares: calor en la guerra fría 1

Siempre he sentido curiosidad por el llamado “Incidente de Palomares”. Tenía 9 años cuando mi padre llegó a casa preocupado por las noticias del accidente nuclear. Era técnico en RNE en Murcia, y estaba al tanto de las noticias oficiales, “El parte” del gobierno franquista, pero también era radioaficionado de Protección Civil y escuchaba, entre otras emisoras, la de Radio España Independiente “La Pirenaica”, que en su boletín del 20 de enero -tres días después del accidente- informó de que las bombas eran atómicas y que el gobierno español lo ocultaba.

Muchos años después, fui consciente de que de haber explotado aquellas bombas atómicas, 75 veces más potentes que la de Hiroshima, habríamos muerto un millón de personas, el censo de ese año en un radio desde Palomares hasta Alicante.

“El comandante de la Sexta Flota nos habló quince minutos en inglés, pero nadie nos tradujo lo que había dicho ni se admitieron preguntas”
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PIES DE FOTO (DE ARRIBA ABAJO) Foto 1: En el barco USS PETREL, el general Wilson (izq.) y el almirante William, máximos responsables de la operación de rescate. Al fondo, instalación del submarino Curv, controlado por cable, utilizado para subir la bomba a la superficie. Foto 2:  Los expertos observan que la bomba está intacta y no hay radioactividad exterior. Foto 3: Izado de la bomba atómica envuelta en el paracaídas. No todos llevan protección antiradioactiva. Foto 4: Personal especializado en explosivos, verifican la cuarta y última arma recogida frente a la costa de Palomares, a una profundidad de 868,68 metros. La foto recoge el momento de la desconexión del sistema eléctrico y retirada de la carga explosiva.

El 8 de abril de 1966, una llamada urgente movilizaba al director de RNE en Murcia para asistir a la rueda de prensa convocada por los americanos en Palomares, porque habían recuperado la bomba atómica perdida en el mar. A las 6 de la mañana, comenzaba el turno del técnico electrónico Francisco Martínez Montalbán. El director, impaciente por salir, le dijo que lo acompañara para grabar la rueda de prensa, aunque no fuera su tarea operar el magnetófono, sino la de encender la emisora, asegurarse que radiaba perfectamente a toda la región y establecer las conexiones con Madrid… Montalbán –así es reconocido en su profesión– tenía 29 años y era la primera vez que asumía la responsabilidad de grabar una rueda de prensa. Cogió el magnetófono Nagra con suficientes cintas de carrete abierto, y se desplazaron hasta Palomares para asistir a una rueda de prensa en el buque USS Petrel (ASR- 14), uno de los barcos de la Sexta Flota americana fondeados frente a la playa de Quitapellejos. Montalbán recuerda: “Los americanos nos subieron a una barcaza, éramos unas 20 personas con una sensación de incertidumbre, aunque yo iba más preocupado de grabar bien que de lo que allí pasaba. Todos íbamos de pie en la barcaza y nos alegró ver a una manada de delfines acompañarnos a babor y estribor hasta llegar al buque. Al subir al Petrel nos enseñaron la bomba, que estaba en la cubierta, y nos metieron en un salón de actos. El director de RNE me dijo que grabara cuando él me lo indicara. Entró un americano con muchas medallas (después supimos que era el Almirante Guest, el comandante de la Sexta Flota) yo puse el Nagra a grabar, aunque nadie me dijo que lo hiciera. Estuvo más de quince minutos hablando en inglés y nadie se enteró de nada. Cuando se bajó del escenario y se retiró, nadie nos tradujo lo que había dicho y tampoco se admitieron preguntas, por lo que todos salieron rápidamente muy cabreados”.

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Primeros momentos del rescate a 760 m. de profundidad con los submarinos Alvin y Aluminaut, que emitían una señal acústica para que el dispositivo submarino Curv enganchase los cables a la bomba para subirla a la superficie.

Montalbán había tenido la precaución de grabar en el magnetófono toda la alocución, que fue traducida y reproducida posteriormente en todos los medios regionales y nacionales. También tuvo la cortesía de recoger un sobre cerrado que un marine le entregó a la salida, y que el resto de periodistas no advirtió por su estrepitosa y malhumorada salida de la sala del barco entre blasfemias por el tratamiento americano recibido.

¿Radioactividad?

Este sobre, que sigue conservando Francisco Martínez Montalbán, contiene un informe original en inglés escrito a máquina y fotos de la Sexta Flota en Palomares bajo el mando del Almirante William S. Guest durante los 80 días de búsqueda de la cuarta bomba en el mar. La operación se denominó “Broken arrow” (flecha rota), el nombre que los americanos daban a accidentes nucleares no bélicos. La propaganda sobre la potencialidad americana describe los 34 buques desplegados en la operación con sus medidas, dotación y nombres de sus comandantes, los 4 mini-submarinos con sus características técnicas y un dibujo de las expediciones submarinas en las diversas profundidades frente a la costa de Palomares. El sobre también contiene las fotografías del momento de izar la bomba al buque envuelta en su paracaídas junto al único párrafo traducido al español que dice:

Real Almirante William S. Guest. Comandante Task Force 65.

Contraalmirante William
S. Guest, Comandante Task Force 65.

8 Abril 1966 –Palomares, Spain– el cuarto y último artefacto nuclear caído cerca de Palomares como consecuencia del accidente aéreo del 17 de enero fue recuperado ayer y será transportado directamente a los Estados Unidos. Su cubierta estaba intacta. El artefacto fue localizado el 16 de marzo a una profundidad de 760 metros, a unos ocho kilómetros de la costa por unidades del Task Force 65. La recuperación de esta arma da fin a la etapa de búsqueda de esta operación. No ha habido escape de radioactividad en las aguas costeras. Todos los trozos de los aeroplanos destruidos y el material con ellos relacionado que puedan tener interés para la investigación del accidente han sido localizados y recuperados”.

Según un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona, en la zona, los niveles de plutonio y americio son 5 veces superiores a la media en el Mediterráneo

Muchos años después, se supo que sí había contaminación radioactiva en las aguas, ya que según el testimonio de Edd Jeffords, buzo americano de EOD, especialista en desactivación de explosivos, asegura tener en su poder la copia del informe que el ejército americano le ocultó a él y a varios compañeros sobre el grado de exposición radiactiva en aguas de Palomares (1), a pesar de estar en observación y tratamiento durante años. Científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona (2) publicaron en el año 2013 un estudio en la revista «The science of the total environment», donde reflejaban que las concentraciones de plutonio y americio detectadas en la zona son cinco veces superiores a la media en el Mediterráneo, aunque no llegan a alcanzar límites de riesgo para la salud humana.

Aluminaut.

Submarino Aluminaut. Longitud: 136 pies. Velocidad máx: 14 nudos. Tripulación: 6

Estos datos alimentan la teoría de que el B52 llevaba, al menos, una quinta bomba que cayó sin paracaídas y quedó destrozada en la fosa marina, puesto que la cuarta bomba izada a bordo del buque USS Petrel, que en la foto aparece a los pies del Almirante Guest y el General Wilson, estaba intacta y no liberó el plutonio, como tampoco lo hizo la número tres, que cayó a tierra con paracaídas.

Alvin Submersible.

Submario Alvin, diseñado para el rescate submarino, equipado con detector de profundidad, sonar y circuito cerrado de televisión. Longitud: 22 pies.

¿Hubo una quinta bomba? ¿Una sexta?

Mucho se ha especulado sobre por qué ese Boeing B52 Stratofortress llevaba sólo 4 bombas atómicas de 800 Kg cada una, si este bombardero puede llevar hasta 32 toneladas. La bomba termonuclear Mark 28 modelo B28RI mide 1,5 metros de largo y 0,5 de diámetro, lleva 4,5 Kg de plutonio; una potencia de 1,5 megatones (75 veces más potente que la lanzada sobre Hiroshima). Aunque todos los testimonios cuentan que los B52 “solían llevar 4 bombas”, algunas fuentes hablan de 6, ya que el tambor giratorio de descarga es para 6 piezas.

Los americanos numeraron las bombas del uno al cuatro según las iban encontrando con la ayuda de los vecinos de Palomares, que conocían perfectamente dónde se encontraban también los siete cadáveres y todos los restos de los aviones.

“La duquesa de Medina-Sidonia fue condenada a cárcel y multada por pedir explicaciones a Fraga”
Francisco Martínez Montalbán (derecha) enseña el informe americano al autor del reportaje.

Francisco Martínez Montalbán (derecha) muestra el informe americano al autor del reportaje.

Cuando Fraga y el embajador americano se bañaron en Palomares, en la playa de Quitapellejos, frente al campamento americano, se expusieron durante muy poco tiempo y las corrientes habían llevado la contaminación más al sur. Isabel Álvarez de Toledo, duquesa de Medina Sidonia, conocida como “la duquesa Roja”, escribió en el diario Pueblo que Fraga trataba al pueblo español como imbécil y que en vez de bañarse debía publicar un análisis de las aguas y las tierras de Palomares (3). La duquesa de Medina Sidonia viajó a Palomares al año siguiente para luchar por el derecho de los vecinos a estar informados, tratados e indemnizados por el accidente nuclear. Los vecinos de Palomares la recuerdan como una frágil mujer pero enérgica, de gran inteligencia y valentía. Fue detenida y encarcelada en el año 1969 en la cárcel de Alcalá de Henares. El fallo de la sentencia dice: “Que debemos condenar y condenamos a la procesada LUISA ISABEL ÁLVAREZ DE TOLEDO Y MAURA como responsable en concepto de autora, organizadora, de un delito de Manifestación Ilegal, a la pena de UN AÑO DE PRISIÓN MENOR y multa conjunta de DIEZ MIL PESETAS...”

La Sexta Flota americana, concretamente Task Force 65 con base en Gaeta, Italia, bajo el mando del Almirante Guest, no sólo buscaba la bomba atómica, sino otros materiales bélicos clasificados como secretos. El mini submarino Alvin localizó la bomba envuelta en el paracaídas el 15 de marzo y tras varios intentos fallidos de recuperarla –una de las veces rodó por la montaña marina a 200 metros más de profundidad y quedó en el precipicio de la fosa a punto de perderse para siempre– fue el 7 de abril cuando se izó a bordo del buque Petrel. Desconectaron el sistema eléctrico, retiraron la carga atómica y borraron marcas identificativas. Informes posteriores describen el trabajo en tierra con 2.000 marines en el Campamento Wilson, en la playa de Quitapellejos, que supuestamente limpiaron 257 hectáreas contaminadas de plutonio, transportando 5.000 bidones de tierra contaminada a buques de carga. Esta operación costó 80 millones de dólares de hace 49 años.

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Gráfico con la acción y puntos clave del suceso.

A dónde iban, de dónde venían

Durante la Guerra Fría (1947-1991), los americanos pusieron en marcha la operación “Chrome Dome” en 1960. Consistía en mantener volando sobre el perímetro de la Unión Soviética varios bombarderos cargados de bombas termonucleares preparados para bombardear rápidamente las ciudades y lugares estratégicos asignados en caso de comenzar la Tercera Guerra Mundial. Estos bombarderos sobrevolaban todos los días la península ibérica, aunque en España nadie lo sabía, o al menos la población civil no tenía constancia. Posiblemente, ni siquiera el gobierno de Franco había sido informado por los americanos, ya que por un acuerdo firmado en 1953, se le había cedido la soberanía en las bases de Morón de la Frontera (Sevilla) y Torrejón de Ardoz (Madrid). Uno de los puntos de abastecimiento aéreo era la costa de Palomares. Todos los días los vecinos y pescadores de la zona observaban cómo un avión cisterna que había despegado de la base de Morón, repostaba a otro entre las 10:10 y 10:30 AM, un B52 que regresaba de la zona de Turquía. No era por casualidad que siempre coincidieran en ese punto. Se debía al protocolo de seguridad americano (no español, desde luego) ya que, en caso de accidente, el material bélico caería en tierra y los americanos lo podrían recoger, como así sucedió. Si caían en el Mediterráneo, un submarino ruso podría apoderarse de la tecnología americana que, afortunadamente, estaba lo suficientemente desarrollada para que las bombas atómicas no explotasen por impacto si no estaban “armadas” (4).

“Hoy, las bombas desmanteladas son reutilizadas para producir energía en centrales nucleares”
CUBMARINE.

Submarino Cubmarine. Longitud: 22 pies. Profundidad máx: 600 pies.

En aquellos años de la Guerra Fría, existió una carrera armamentística entre las dos superpotencias, EE.UU y U.R.S.S., llegándose a fabricar bombas de más de 60 megatones. Para estudiar las consecuencias del accidente, se trasladaron a Palomares científicos americanos que habían participado en el diseño de las bombas atómicas, el denominado “Proyecto Manhattan”. Hoy en día, las bombas desmanteladas son reutilizadas para producir energía en las centrales nucleares.

La explosión fue vista desde grandes distancias. Fernando Navarro, profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Murcia recuerda: “Tenía 14 años y estábamos en la puerta del colegio de Mazarrón comiéndonos el bocadillo cuando vimos la explosión que comentamos con el maestro Francisco Navarro. No teníamos televisión, en días posteriores leímos la prensa e incluso el Paris Match, para practicar francés, comentábamos las noticias y el maestro aprovechó para explicarnos los átomos, la fusión nuclear y la reacción en cadena”. Precisamente una de las bombas que cayó sin paracaídas (por haberse incendiado en el aire) impactó en la puerta del colegio de Palomares minutos antes de que los niños salieran al recreo. Explotó la carga convencional de TNT, Trinitrotolueno. Se rompieron los cristales de las ventanas pero no hubo heridos.

USS CASCADE.

El navío norteamericano USS CASCADE.

Otra bomba, ésta sin paracaídas, impactó cerca de la sierra de la Algarrobina y el viento llevó el plutonio a la ladera. La tercera bomba sólo sufrió abolladuras al caer con paracaídas cerca de la desembocadura del río Almanzora. La cuarta bomba, que también cayó con paracaídas en el mar, es la que buscaron durante 80 días con la ayuda de Paco Simó, el pescador de Águilas que indicó la zona en la que la vio caer. Estaba a 8 km de la costa, a 760 metros de profundidad.

“Los vecinos trastearon los tornillos y alguno cortó un trozo de algo blando que se llevó de recuerdo”

Los vecinos de Palomares acudieron a socorrer a los pilotos: Los 4 tripulantes del KC135 murieron, también 3 del B52, pero 4 se salvaron gracias a los asientos eyectables. Tras los primeros momentos de pánico y confusión, los vecinos de Palomares y de Cuevas de Almanzora sintieron curiosidad por los restos de los aviones y de las bombas –no tenían ni la más remota idea del plutonio ni de la radiación alfa, beta y gamma-. Ante una bomba abierta, trastearon los tornillos, y alguno incluso cortó con su navaja un trozo de algo blando que se llevó de recuerdo. Posiblemente fuera espuma de poliestireno, que hoy todos tenemos en casa como el “corcho blanco” aislante en los embalajes. Cuando llegaron los americanos desde la base aérea de Morón de la Frontera, acordonaron la zona, le quitaron los zapatos a la gente y los echaron de allí, recorriendo descalzos y confundidos los 11 kilómetros hasta Cuevas de Almanzora. El ejército americano le dio la primera orden a la Guardia Civil: “Ni ganado, ni periodistas, ni fotógrafos”. Para los periodistas fue muy difícil saber lo que estaba pasando realmente. El gobierno americano y el español ocultaban el peligro y las consecuencias de la fuga radioactiva. Quemaron y arrasaron muchas cosechas y comieron otras no contaminadas; en las imágenes del NODO se observa a niños y mujeres comiendo tomates para transmitir seguridad. Nadie compraba productos de la zona, según testimonios de los agricultores, tenían que vender los tomates como denominación de origen Albacete, no de Almería (5). Meses más tarde hubo una revuelta de la población por sufrir hambruna hasta que llegó un pequeño reparto de comida y las palabras del embajador americano Angie Biddle: “Para el pueblo de Almería fue como si la mano divina hubiera aparecido para librarlos del mal. Ningún ser vivo resultó perjudicado por los trozos que caían ni por el material nuclear que transportaba el avión”.

USS PETREL (ASR-14)

El USS Petrel (ASR-14)

El embajador americano también aventuraba el falso final feliz: “El material nuclear que se esparció en un área pequeña sigue todavía, es una tarea laboriosa, hay que raspar la capa superior de tierra, recogerla y comprobar que el terreno está limpio, este proceso va a seguir hasta que los científicos españoles y americanos estén convencidos de que hemos dejado el lugar tal como estaba antes… Las tierras contaminadas están siendo eliminadas del suelo español y enviadas a la instalación de la comisión de la energía atómica en el estado de Carolina del Sur”.

¿Qué pasó exactamente?Plano-COSTA La versión oficial del accidente explica que ese día hacía un fuerte viento, el B52 se aproxima demasiado rápido al avión cisterna K135, el operador encargado del acoplamiento de la manguera de abastecimiento, desde el K135, no da la señal ¡Break in! (interrumpir la operación), los aviones chocan y explotan. Las bombas salen con paracaídas y los sistemas de seguridad funcionan, por lo que no se activa el protocolo de explosión nuclear. Dos bombas llegan con el paracaídas intacto (una en la desembocadura del río Almanzora y otra en el mar) por lo que no producen fuga radioactiva. A las otras dos bombas se les incendia el paracaídas y caen violentamente a tierra, explota la carga de TNT y se expande en forma de aerosol: plutonio-239. Plutonio-240, americio-241, deuterio y tritio, sin producir la reacción termonuclear (fisión-fusión-fisión). Mueren los cuatro tripulantes del K135 y tres del B52. Se salvaron cuatro tripulantes del B52, sobre asientos eyectables. Los pilotos se turnaban, ya que el bombardero volaba durante semanas antes de regresar a su base en Carolina del Norte, EE.UU. En el momento del accidente pilotaba Larry Messenger, que fue culpado del accidente por el ejército y toda la sociedad americana. Algunos años después ganó el juicio y fue exonerado de culpa y restituida su graduación militar (6).

CROQUIS-Fondo-marinoCuando se produjo el accidente, una “indiscreción” del embajador americano puso en alerta al Alto Estado Mayor franquista sobre que las bombas eran atómicas. El Capitán General Muñoz Grandes, vicepresidente del gobierno, envió rápidamente al profesor Guillermo Velarde, en aquellos tiempos comandante de aviación y jefe del grupo de teoría y cálculo de reactores de la Junta de Energía Nuclear, a Palomares para recoger las bombas, analizar el contenido (no sabían si eran de uranio o plutonio, tampoco si explotaron o deflagraron). El profesor Velarde, voló de Madrid a la base de San Javier en Murcia y se desplazó a Palomares el 20 de enero, donde recogió algunos artefactos e investigó la fabricación de la bomba termonuclear clasificada de secreto militar hasta el año 1992. Según su testimonio recogido en Documentos RNE-Palomares: la ruleta rusa del 25 de septiembre de 2004 (7), nunca existió peligro de explosión nuclear: “Las bombas atómicas tienen 32 detonadores, que deben actuar simultáneamente, estamos hablando de nanosegundos. Además estaban desactivadas sin el código de encendido eléctrico”.

Documento elaborado por la Sexta Flota americana con los recursos empleados para la búsqueda de la bomba atómica según las distintas profundidades en la costa de Palomares: Buzos, cable-cámaras submarinas y mini submarinos.

Documento elaborado por la Sexta Flota americana con los recursos empleados para la búsqueda de la bomba atómica según las distintas profundidades en la costa de Palomares: buzos, cable-cámaras submarinas y mini submarinos.

Qué pasa ahora

A finales del año 2010, las filtraciones de Wikileaks desvelaron muchos emails confidenciales entre el Departamento de Estado norteamericano y su embajada en Madrid sobre el insistente deseo de los gobiernos del Partido Socialista y del Partido Popular de limpiar las tierras en Palomares, pero el gobierno americano no quería hacer frente a su compromiso de descontaminar la zona totalmente, por no sentar precedente en otros lugares del mundo que también contaminaron (8).

España ha dejado de recibir los 300.000 dólares anuales con que el Departamento de Energía de EE.UU. contribuía a evaluar la contaminación en la zona

Además, España ha dejado de recibir desde el año 2009 los 300.000 dólares anuales con los que colaboraba el DOE, Departamento de Energía Americano, con el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) del Ministerio de Economía y Competitividad, que continúa haciendo análisis a los vecinos de Palomares y evaluando la contaminación en la zona. Recientemente se han descubierto nuevas tierras contaminadas donde los americanos enterraron la maquinaria utilizada sin advertirlo a las autoridades españolas (9).

En 1966 no llegaba la señal de TVE a Palomares, ni siquiera tenían teléfono allí. Si este accidente ocurriera hoy, con la información a través de las redes sociales en Internet, la sociedad y el gobierno español habrían obligado a EE.UU. a llevarse hasta el último gramo de tierra contaminada, aunque siempre ha existido y parece que seguirá existiendo una “omertá” generalizada durante los próximos 24.000 años, que es la vida del plutonio, con el aumento de riesgo, ya que parte del plutonio se está degradando en americio, que es más volátil y aunque su vida es de 400 años, es potencialmente más contaminante por el aire.

Cabe una esperanza para limpiar la zona: Investigadores de la Universidad de Manchester en el Reino Unido han descubierto recientemente bacterias extremófilas especializadas en sobrevivir y alimentarse de residuos radioactivos.

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